La otra brecha digital: conectividad sin inclusión en Chile y América Latina

La otra brecha digital: conectividad sin inclusión en Chile y América Latina
Actualidad
Sociedad
2025-11-16
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- Crecimiento de la conectividad no iguala inclusión social.

- Infancia y adolescencia en el centro del debate por uso y efectos digitales.

- Políticas públicas fragmentadas dificultan cerrar la brecha real.

Chile lidera en infraestructura digital en América Latina, pero la realidad que emerge tras las cifras oficiales es menos alentadora. Un estudio reciente de la Universidad Bernardo O’Higgins reveló que, aunque la cobertura de internet ha crecido significativamente, la brecha digital más profunda no es técnica, sino social. Tener acceso a la red no garantiza que los usuarios puedan convertir esa conectividad en oportunidades concretas.

Este fenómeno se manifiesta con especial crudeza en la infancia y la juventud, donde la entrega temprana de smartphones —con un promedio de apenas 9 años— ha generado un escenario donde la tecnología cumple más un rol de sustituto que de complemento de la presencia adulta. 'Más que una herramienta de aprendizaje, la tecnología puede volverse un sustituto de la presencia adulta, con efectos visibles en la salud emocional de niños y adolescentes,' advierte el rector Claudio Ruff, autor del estudio.

Desde la perspectiva política, las posturas divergen. Algunos sectores enfatizan la necesidad urgente de políticas públicas que vayan más allá de la mera cobertura, integrando alfabetización digital, formación responsable y enfoques sensibles a género, entorno socioeconómico y nivel educativo. Otros, en cambio, relativizan el problema, señalando que la responsabilidad recae en las familias y que el Estado no debe intervenir excesivamente en la crianza digital.

En términos concretos, el acceso sin acompañamiento ha generado una doble fractura: por un lado, quienes logran aprovechar la conectividad para acceder a educación, empleo y participación social; por otro, quienes apenas logran mantenerse conectados, sin que esa conexión se traduzca en beneficios tangibles.

A nivel regional, la situación chilena refleja un fenómeno latinoamericano más amplio. La expansión de la infraestructura ha sido impulsada por políticas públicas y la inversión privada, pero el aprovechamiento efectivo está condicionado por factores socioeconómicos estructurales que no se abordan con la misma urgencia.

Desde la mirada social, organizaciones civiles y expertos en infancia llaman a repensar el modelo de crianza digital y a implementar programas que aborden la salud mental y la educación digital de manera integral. 'No basta con ampliar redes si muchos no saben o no pueden usarlas en su favor. La tecnología no es neutral, puede ser puente o barrera,' sintetiza Ruff.

En conclusión, la evidencia apunta a que la verdadera brecha digital es una brecha de oportunidades. La conectividad, aunque necesaria, es insuficiente para cerrar la desigualdad en el acceso a los beneficios que la tecnología puede ofrecer. El desafío chileno y latinoamericano es diseñar políticas públicas integrales, que reconozcan la complejidad social detrás del acceso y promuevan una alfabetización digital inclusiva y responsable.

El tiempo ha mostrado que la expansión tecnológica sin acompañamiento social puede reproducir o incluso profundizar las desigualdades existentes. La pregunta que queda en el aire es si Chile y la región están dispuestos a enfrentar esa realidad y actuar en consecuencia, o si la brecha seguirá siendo, en definitiva, una cuestión de quién puede realmente aprovechar la conectividad y quién queda al margen.