La derecha fragmentada en la elección presidencial de 2025: ¿unidad o división irreconciliable?

La derecha fragmentada en la elección presidencial de 2025: ¿unidad o división irreconciliable?
Actualidad
Elecciones
2025-11-16
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- Tensión abierta entre Kast, Kaiser y Matthei por liderazgo y representación.

- Disonancia ideológica y social que refleja la complejidad del electorado de derecha.

- Rechazo ciudadano a gestos simbólicos sin soluciones concretas, según Matthei.

En las últimas semanas, el escenario presidencial chileno ha mostrado una fractura palpable en la derecha, que se refleja tanto en las candidaturas como en las estrategias y discursos de sus protagonistas. José Antonio Kast y Johannes Kaiser, representantes de la ultraderecha y la derecha libertaria respectivamente, han consolidado un espacio electoral que desafía la tradicional hegemonía de la derecha clásica, encarnada ahora por Evelyn Matthei.

Este quiebre no es solo político, sino también social y cultural. Según un estudio de la Fundación Friedrich Ebert, los votantes de Kast se concentran mayoritariamente en hombres jóvenes de sectores socioeconómicos bajos y en ciudades pequeñas, mientras que Matthei atrae a mujeres, adultos mayores y sectores urbanos de clase media-alta. Esta segmentación evidencia una derecha que no habla con una sola voz, sino que se fragmenta en visiones y prioridades distintas.

"Quedó muy claro que las personas que adhieren al libertario Johannes Kaiser o Kast, no tienen un vínculo carismático con el líder, sino que apoyan a quienes representan mejor sus ideas", explicó el académico Cristóbal Rovira, líder del informe que perfiló a estos votantes. Las ideas que unen a estos grupos son el fortalecimiento de la familia, la seguridad y el patriotismo, en un contexto de percepción de crisis en la justicia y la delincuencia.

La campaña de Kast se ha centrado en un discurso de mano dura, control migratorio y defensa de valores conservadores, aunque con prudencia en sus expresiones públicas para no repetir errores de elecciones anteriores. Por su parte, Kaiser ha apostado por una narrativa libertaria más radical, que también ha captado un nicho de electores descontentos con el centro y la izquierda.

Frente a este panorama, Evelyn Matthei ha adoptado una postura ambivalente respecto a la unidad de la derecha. En declaraciones recientes, "al 95% de los chilenos le importa un pito" una eventual foto con Kast y Kaiser como gesto unitario, enfatizando que lo que realmente importa a la ciudadanía es que alguien se haga cargo de sus problemas concretos y no los símbolos políticos.

Este rechazo a los gestos simbólicos refleja un desgaste en la política tradicional y una demanda creciente por respuestas efectivas a problemas como la inseguridad, la crisis económica y la gobernabilidad. Matthei, que representa a la derecha tradicional y busca mantener su espacio frente a la irrupción de Kast y Kaiser, ha optado por mantener distancia estratégica y evitar alianzas explícitas que puedan diluir su identidad política.

Las elecciones del 16 de noviembre se desarrollan en un contexto donde la derecha alcanza su mayor identificación histórica, con un 24% según el CEP, pero también donde crece la valoración de medidas autoritarias en ciertos sectores (23%). Este fenómeno es un reflejo de un Chile que, ante la inseguridad y la crisis social, busca certezas aunque estas impliquen riesgos para la democracia.

En conclusión, la derecha chilena enfrenta un desafío profundo: ¿puede reconciliar sus distintas expresiones para construir una propuesta unificada y coherente o está condenada a la fragmentación que debilite su influencia? La respuesta tendrá consecuencias no solo para la derecha, sino para el equilibrio político nacional y la gobernabilidad futura.

La campaña ha dejado claro que las diferencias no solo son ideológicas, sino también generacionales, sociales y culturales, y que cualquier intento de unidad deberá confrontar estas tensiones con honestidad y realismo. Mientras tanto, la ciudadanía observa con escepticismo y demanda soluciones concretas, alejadas del espectáculo político y los gestos vacíos.