
Un drama silencioso y prolongado se despliega en los pasillos del sistema de salud chileno. Según el último informe del Ministerio de Salud, a septiembre de 2025, 1.653.390 mujeres esperan por una consulta con especialista, un 58% más que los hombres, quienes suman 1.045.600 en lista de espera. Esta cifra no solo refleja un desequilibrio estadístico, sino que pone en evidencia una problemática estructural que trasciende el calendario electoral y las promesas de campaña.
En el centro del debate público, la senadora y candidata presidencial Evelyn Matthei afirmó durante un debate televisivo que 'las mujeres son las que más están en lista de espera; dejan solos a sus niños y después mueren. Es un drama terrible.' Su afirmación fue verificada y confirmada por diversos análisis independientes, incluyendo el equipo de fact checking de La Tercera, que ratificó la veracidad de los datos oficiales.
Pero, ¿qué hay detrás de estas cifras? La espera para consultas especializadas es solo el primer eslabón de una cadena que incluye también la postergación en intervenciones quirúrgicas. Actualmente, hay 243.082 prestaciones quirúrgicas pendientes en mujeres, 73.585 más que en hombres. Este retraso tiene consecuencias directas en la calidad de vida y la mortalidad, particularmente en enfermedades crónicas y cáncer, donde la detección y tratamiento oportuno marcan la diferencia.
Desde una perspectiva política, la cuestión de la lista de espera femenina ha generado un choque de miradas. Por un lado, sectores de oposición y organizaciones feministas exigen una reforma estructural que priorice la salud de las mujeres, denunciando un sistema históricamente sesgado y con escasa inversión en patologías que afectan mayormente a este grupo. Por otro, representantes del oficialismo reconocen el problema pero apuntan a limitaciones presupuestarias y a la necesidad de mejorar la gestión y eficiencia del sistema público.
En regiones, la situación se agrava. Las mujeres en zonas rurales y periféricas enfrentan barreras adicionales: menor acceso a centros especializados, dificultades de traslado y menor oferta de especialistas. 'La distancia y la falta de recursos nos condenan a esperar más', relata una dirigente comunitaria del sur del país, reflejando una realidad que la estadística nacional puede ocultar.
Desde el mundo académico, expertos en salud pública advierten que la desigualdad en listas de espera no es un fenómeno aislado, sino que responde a factores sociales, económicos y culturales. La carga del cuidado familiar y la precariedad laboral femenina inciden en la demora para buscar atención y en la priorización de la salud de otros miembros sobre la propia.
Finalmente, la discusión se instala en la agenda pública con un llamado urgente a repensar el sistema de salud chileno desde una perspectiva de género. Las Garantías Explícitas en Salud (GES) también reflejan esta brecha: 47.163 prestaciones pendientes para mujeres versus 31.206 para hombres. Este desequilibrio no solo es numérico, sino simbólico: revela una deuda histórica y una asignatura pendiente para las políticas públicas.
En conclusión, la espera médica femenina en Chile no es solo una cifra, sino una tragedia colectiva que interpela a todos los actores sociales y políticos. La evidencia muestra que las mujeres enfrentan una doble espera: la del sistema y la de una sociedad que aún no reconoce plenamente sus necesidades. El desafío es grande, y las soluciones, urgentes y complejas.
Fuentes: Ministerio de Salud de Chile, La Tercera Fact Checking, declaraciones públicas de Evelyn Matthei, testimonios regionales y análisis académicos recientes.