
El pasado 10 de septiembre de 2025, ocho candidatos a la presidencia de Chile se encontraron en un escenario televisivo que, más que un simple intercambio de ideas, se convirtió en un auténtico coliseo político. Este primer debate organizado por Chilevisión reunió a figuras emblemáticas de la derecha como Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Franco Parisi, quienes mostraron no solo sus propuestas, sino también sus estilos y estrategias de campaña.
Matthei, con una preparación meticulosa y el respaldo visible de alcaldes de distintas regiones, apostó por un discurso que apelaba a la orden, la seguridad y las oportunidades. Su enfoque, más institucional y estructurado, buscaba reconectar con un electorado que demanda soluciones concretas y estabilidad.
“Vamos a debatir lo que de verdad les importa a los chilenos: cómo devolverle la esperanza a Chile con orden, seguridad y oportunidades para todos”, afirmó Matthei en sus redes sociales, reflejando la centralidad de su mensaje.
Por su parte, Kast optó por un perfil más enérgico y confrontacional, visible incluso en sus preparativos, que incluían rutinas de gimnasio para “recargar energías”. Su discurso se mantuvo firme en una agenda de seguridad y valores conservadores, buscando consolidar su base republicana y atraer a sectores preocupados por la inseguridad y la crisis social.
Franco Parisi, acompañado de su círculo más cercano, mostró un estilo distinto, más cercano a la espontaneidad y al contacto directo con su electorado. Su presencia en el debate, aunque menos tradicional, evidenció la diversidad dentro de la derecha y la multiplicidad de voces que compiten por el mismo espacio electoral.
El formato del debate, dividido en tres segmentos —respuestas individuales, preguntas cruzadas y palabras finales—, fue el terreno donde se desataron los principales enfrentamientos. Las preguntas directas entre candidatos sacaron a relucir tensiones y cuestionamientos que no solo apuntaban a las propuestas, sino a las trayectorias y posturas personales. Por ejemplo, Kast interpeló a la candidata oficialista Jeannette Jara y a Eduardo Artés, mientras Matthei cuestionó a Kast y a Marco Enríquez-Ominami, evidenciando las líneas de fractura política que atraviesan el país.
Desde una perspectiva regional, el respaldo de alcaldes y figuras locales a Matthei refleja una estrategia para consolidar apoyos territoriales, mientras que Kast y Parisi apuestan por movilizar a sus bases a través de mensajes más ideológicos y de crítica directa al statu quo.
Socialmente, el debate mostró la polarización que persiste en Chile. Sectores más conservadores ven en los discursos de Matthei y Kast una respuesta a la inseguridad y la incertidumbre, mientras que voces críticas alertan sobre una posible profundización de la fragmentación social si prevalecen agendas que no dialoguen con las demandas ciudadanas de justicia social y equidad.
La cobertura y análisis posterior en medios especializados y académicos han resaltado que, más allá de las palabras, el debate reflejó un momento de tensión donde las identidades políticas se ponen a prueba y el electorado queda frente a opciones que no solo difieren en programas, sino en visiones del país y estilos de liderazgo.
A casi dos meses del debate, las encuestas muestran que la imagen de los candidatos se ha consolidado más en función de sus estilos y presencia mediática que por un cambio sustantivo en sus propuestas. Esto plantea una reflexión sobre el rol de los debates en la política chilena contemporánea y su capacidad real para influir en la opinión pública más allá del espectáculo político.
En conclusión, el primer debate presidencial de 2025 fue un escenario donde se enfrentaron no solo candidatos, sino también proyectos de país y maneras de entender el liderazgo. La diversidad de estilos y enfoques evidenció que la derecha chilena está lejos de un consenso homogéneo y que el electorado deberá decidir entre opciones que representan distintas respuestas a la crisis social y política que atraviesa el país.
Este episodio deja en claro que, en la arena política chilena, el desafío es tanto presentar propuestas viables como convencer a una ciudadanía que demanda no solo certezas, sino también empatía y capacidad de diálogo.
Fuentes: La Tercera (10-09-2025), análisis de medios académicos y reportes de opinión pública posteriores al debate.