División en la derecha: Matthei y Kast pugnan por la hegemonía mientras Jara espera en segunda vuelta

División en la derecha: Matthei y Kast pugnan por la hegemonía mientras Jara espera en segunda vuelta
Actualidad
Política
2025-11-16
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- Tres candidaturas de derecha compitiendo por un mismo espacio político.

- Rechazo explícito y ausencia de apoyos cruzados entre Matthei y Kast.

- Campañas marcadas por la desinformación y la polarización en vísperas del balotaje.

En el escenario político chileno que se despliega tras la primera vuelta presidencial del 15 de noviembre, la derecha se encuentra fragmentada en un choque de fuerzas que ha ido más allá de la contienda electoral para convertirse en un duelo de identidades y estrategias. Evelyn Matthei, abanderada de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos, descartó públicamente un apoyo a Jeannette Jara, la candidata oficialista, en el balotaje. Al mismo tiempo, José Antonio Kast y Johannes Kaiser mantienen posiciones propias sin una convergencia clara.

Este pulso es la manifestación de un sector que, lejos de unirse, exhibe sus diferencias con crudeza. La reunión de Matthei con Cecilia Morel, viuda de Sebastián Piñera, y sus declaraciones tajantes contra Jara —"¿A alguien se le ocurre que yo le podría entregar el voto a alguien comunista?"— son un síntoma de la división interna. Por su parte, el comando de Jara denunció la circulación de un video falso que buscaba vincularla con una figura familiar inexistente, evidenciando el clima de desinformación que empaña la campaña.

Desde las filas de la derecha, voces como la de los exministros Rodrigo Álvarez e Isabel Plá, quienes respaldan a Kast y Matthei respectivamente, han llamado a la unidad tras la primera vuelta, pero reconocen las dificultades para lograrla. Álvarez instó a que el domingo se emitan "clarísimas señales de unidad de las tres derechas", mientras Plá enfatizó que la demanda social es de cambio y orden, y que Matthei representa la única carta capaz de impulsar "cambios duraderos".

"La misma noche los candidatos que no lleguen al balotaje deben apoyar a quien se enfrente a Jara", afirmó Plá, subrayando la urgencia de cohesión para enfrentar al oficialismo. Sin embargo, la realidad muestra un escenario más complejo: Matthei ha rechazado cualquier respaldo hacia Jara, y Kast mantiene una postura independiente, lo que refleja una competencia interna que podría debilitar a la oposición en la segunda vuelta.

El contexto social también alimenta esta fragmentación. Según Álvarez, el aumento del voto de derecha responde a la frustración ciudadana por la inseguridad y la economía, factores que no se veían con tal claridad hace una década. Esta percepción ha llevado a un voto de castigo contra el gobierno de Gabriel Boric, reforzado por el voto obligatorio.

Pero la insistencia en acuerdos amplios ha sido cuestionada por Álvarez, quien considera que la izquierda no ha demostrado capacidad para pactar y que es preferible ofrecer a la ciudadanía un programa claro y buscar mayorías en el Congreso sin forzar consensos artificiales. Esto contrasta con la expectativa de Plá sobre la necesidad de unidad inmediata.

Mientras tanto, la campaña se ha visto marcada por ataques en redes sociales, especialmente hacia Matthei, quien ha sido objeto de una "campaña asquerosa en términos morales", según Plá. La circulación de noticias falsas y la polarización exacerbada han tensado aún más un ambiente político ya convulsionado.

En definitiva, la derecha chilena enfrenta un dilema crucial: consolidar una candidatura unificada que pueda disputar efectivamente la presidencia o perpetuar la división que podría facilitar la continuidad del oficialismo. La segunda vuelta, programada para el 30 de noviembre, será la prueba de fuego para estas fuerzas contrapuestas.

Las señales hasta ahora indican que la fragmentación persiste, con Matthei y Kast en roles antagónicos y sin indicios claros de un respaldo mutuo. Esta dinámica no solo condiciona la elección presidencial, sino que también influirá en la configuración del Congreso y en la capacidad de gobernabilidad que tendrá el próximo gobierno.

En este escenario, la ciudadanía se convierte en espectadora de un duelo que no solo es electoral, sino también simbólico, donde cada actor busca imponer una narrativa y una visión para el Chile que viene. La tensión entre unidad y fragmentación, entre cambio y continuidad, será el eje que definirá el rumbo político del país en los próximos años.