Boric defiende el presupuesto: un pulso entre seguridad, derechos sociales y prioridades políticas

Boric defiende el presupuesto: un pulso entre seguridad, derechos sociales y prioridades políticas
Actualidad
Política
2025-11-16
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- Presupuesto en el centro del debate nacional

- Choque frontal entre oficialismo y oposición sobre gasto en seguridad

- Tensiones sobre prioridades sociales y regionales en el Chile postpandemia

En septiembre de 2025, el presidente Gabriel Boric se vio envuelto en un enfrentamiento público que evidenció las tensiones profundas que atraviesan el debate presupuestario chileno. El mandatario defendió con vehemencia el presupuesto de su gobierno, especialmente ante las críticas de la candidata oficialista Jeannette Jara y el candidato republicano José Antonio Kast, quienes cuestionaron los énfasis y recortes propuestos.

Este episodio no es solo una disputa sobre números, sino una batalla simbólica que pone en juego la visión sobre qué debe priorizar el Estado en un país marcado por desigualdades persistentes y demandas sociales crecientes.

### El pulso político: seguridad versus bienestar social

Desde la derecha, Kast planteó un discurso de mano dura: 'Claramente nosotros no disminuiríamos el presupuesto en seguridad. Por el contrario, aumentaríamos todo tipo de presupuestos para temas de seguridad, temas de fiscalización, al crimen organizado, al narcotráfico, para cerrar las fronteras como corresponde'. Su postura refleja un enfoque tradicional que privilegia la seguridad pública como eje central para la estabilidad social y el crecimiento económico.

En contraposición, Jara, desde la centroizquierda oficialista, advirtió que 'la presentación del presupuesto es responsabilidad del gobierno, pero no puede transformarse en un ajuste a costa de la gente ni sus derechos: salud, educación o la seguridad de las familias chilenas'. Su crítica se centró en evitar recortes que afecten el acceso a servicios básicos y la equidad regional.

Por su parte, Boric intentó cerrar la grieta enfatizando que su administración ha 'invertido muchísimo en seguridad', aumentando los recursos para las policías y mejorando las condiciones para la persecución del delito. Sin embargo, también defendió la asignación a otros sectores: 'Hemos hecho que la salud pública sea enteramente gratuita terminando con el copago. Le hemos entregado más recursos a las municipalidades'.

### Un debate con raíces históricas y sociales

Este choque no puede entenderse sin considerar el contexto histórico chileno. La seguridad ha sido tradicionalmente un tema que moviliza a la derecha, mientras que la izquierda ha insistido en priorizar derechos sociales y redistribución. La postpandemia y las protestas sociales de años anteriores han tensionado aún más estas prioridades.

Además, la discusión presupuestaria refleja las desigualdades regionales: mientras algunas zonas demandan mayor inversión en seguridad, otras exigen más recursos para desarrollo social y económico. Jara subrayó la necesidad de un presupuesto que 'mire al país completo, que fortalezca el desarrollo regional', un reclamo que resuena en los territorios históricamente marginados.

### Voces ciudadanas y expertas: una pluralidad que no se diluye

En el terreno social, las opiniones se dividen. Organizaciones vecinales en comunas con alta criminalidad valoran el aumento en seguridad, pero advierten que sin políticas sociales integrales, el problema no se resolverá. Por otro lado, expertos en políticas públicas insisten en que un presupuesto equilibrado debe evitar sacrificar derechos básicos en favor de la seguridad, pues la exclusión social alimenta la violencia.

### Conclusiones: verdades, tensiones y desafíos futuros

Este episodio revela que el presupuesto es más que un ejercicio técnico: es un campo de batalla donde se disputan visiones de país. La defensa férrea de Boric muestra una apuesta por un equilibrio difícil entre seguridad y bienestar social, frente a críticas que exigen ajustes más claros en una u otra dirección.

La verdad es que ninguna de las posturas puede soslayar la complejidad del Chile actual: la seguridad es urgente, pero no puede ser aislada de las demandas sociales y regionales. El desafío para el próximo gobierno y la sociedad chilena será construir acuerdos que reconozcan esta complejidad sin caer en simplificaciones ni antagonismos estériles.

Este debate, lejos de estar cerrado, seguirá siendo un termómetro de las tensiones políticas y sociales que definen el presente y futuro del país.