
En un giro que confirma la globalización de la vigilancia autoritaria, China ha comenzado a vender su sistema de censura digital a gobiernos de Asia y África, replicando fuera de sus fronteras el modelo conocido como el Gran Cortafuegos. La filtración de más de 100,000 documentos técnicos y operativos, analizada por un consorcio internacional de medios y organizaciones de derechos humanos, revela que la empresa Geedge Networks, fundada en 2018 y vinculada al "padre del Gran Cortafuegos", Fang Binxing, distribuye una sofisticada infraestructura de control y bloqueo de información en línea a países como Kazajstán, Pakistán, Etiopía y Myanmar.
Desde la perspectiva de los gobiernos clientes, este sistema representa una herramienta para mantener el orden público y la seguridad nacional, especialmente en contextos de inestabilidad política o conflictos internos. Sin embargo, para activistas y expertos en derechos humanos, "el sistema de vigilancia que vende Geedge da un poder al gobierno que nadie debería tener. Esto da mucho miedo", advierte Marla Rivera, investigadora técnica de InterSecLab.
En Chile y América Latina, donde la preocupación por la libertad de expresión y la privacidad digital está en aumento, esta expansión tecnológica plantea interrogantes sobre la posible adopción de modelos similares y sus consecuencias para la democracia y los derechos ciudadanos.
El sistema central de Geedge, conocido como Tiangou Secure Gateway (TSG), se instala en centros de datos y permite inspeccionar, filtrar y bloquear el tráfico de internet a nivel nacional. Más allá del bloqueo masivo, ofrece capacidades avanzadas como la vigilancia individualizada, la geolocalización de usuarios y la interrupción de conexiones cifradas mediante técnicas de inspección profunda y aprendizaje automático. En Myanmar, por ejemplo, el sistema monitorea simultáneamente hasta 81 millones de conexiones, y en Pakistán ha reemplazado infraestructura canadiense sancionada.
Además, la interfaz Cyber Narrator habilita a operadores gubernamentales sin conocimientos técnicos para supervisar en tiempo real la actividad digital de la población, incluyendo el uso de VPN y aplicaciones de mensajería cifrada como Signal.
Fang Binxing, figura central en la creación del Gran Cortafuegos chino, es también inversionista y asesor de Geedge. Su experiencia ha sido clave para diseñar un sistema que no solo bloquea contenidos, sino que también reconfigura la red para controlar activamente el flujo de información y la conducta digital de los usuarios.
La empresa ha comenzado a reimportar tecnologías perfeccionadas en el extranjero para reforzar la vigilancia interna en regiones sensibles de China, como Xinjiang, donde se experimentan funciones como la puntuación de reputación digital y geovallas para usuarios.
La venta y despliegue de sistemas de censura digital como el de Geedge representa una nueva etapa en la expansión del autoritarismo digital, donde la tecnología se convierte en un arma para la represión y el control social. Aunque no existen pruebas directas que vinculen a Geedge con actos específicos de censura en cada país cliente, la correlación entre la instalación de sus sistemas y cierres o bloqueos masivos en internet es contundente.
Para la comunidad internacional, este fenómeno plantea un desafío complejo: cómo equilibrar la soberanía tecnológica con la protección de derechos fundamentales en un mundo cada vez más digitalizado. En Chile y la región, la experiencia de Geedge invita a un debate profundo sobre los riesgos de adoptar tecnologías de vigilancia sin garantías claras y la necesidad de fortalecer marcos legales y sociales que defiendan la libertad de expresión y la privacidad.
"Una vez que estas tecnologías se exportan, no hay vuelta atrás. Se reutilizan y adaptan, y eso debe ser una advertencia para todos", concluye Jurre van Bergen, tecnólogo de Amnistía Internacional.
El coliseo digital se ha ampliado, y en la arena global, los espectadores somos todos. La tragedia de la censura y la vigilancia masiva no es solo ajena, es un espejo de los desafíos que enfrentamos en la defensa de una internet libre y abierta.
2025-11-11