
En la madrugada del 16 de noviembre de 2025, el Socialismo Democrático (SD) chileno se enfrenta a una encrucijada que va más allá de la simple suma de votos o cargos electos. La derrota arrolladora de Carolina Tohá en las primarias presidenciales frente a Jeannette Jara, candidata del Partido Comunista (PC), ha puesto en jaque la vigencia y el proyecto político de una coalición que gobernó Chile durante dos décadas y que ahora parece diluirse entre tensiones internas y cuestionamientos públicos.
El 13 de julio de 2025, en una primaria que convocó a poco más de 1.4 millones de votantes, Tohá obtuvo apenas un 28% de los sufragios, muy por debajo del 60% que alcanzó Jara. Más que una derrota personal, este resultado cristaliza un proceso de desgaste acumulado que se remonta a años atrás, cuando el SD perdió fuerza en los núcleos urbanos y quedó fuera del Concejo Municipal de Santiago por primera vez desde el retorno a la democracia. En las elecciones municipales y regionales de 2024, el SD no logró mantener espacios clave, mientras el PC y el Frente Amplio (FA) crecían en influencia.
Este fenómeno electoral desnuda una crisis de representación y liderazgo. Figuras como Paulina Vodanovic, presidenta del Partido Socialista (PS), han denunciado públicamente fracturas internas y una disputa estratégica con el Partido Por la Democracia (PPD), que ha sido percibido como un actor que busca estigmatizar y debilitar al PS dentro del SD. "No somos tiendas hermanas", afirmó Vodanovic, evidenciando la tensión que atraviesa la coalición.
El SD no solo se debate entre sus resultados electorales, sino también en el plano ideológico y estratégico. Encuentros reservados con la Democracia Cristiana (DC) han explorado la posibilidad de una lista parlamentaria separada del PC y el FA, en abierta contradicción con el llamado presidencial a la unidad. Esta división refleja la dificultad para conciliar proyectos políticos diversos en un bloque que alguna vez fue hegemónico en la centroizquierda chilena.
Desde la perspectiva de sus militantes y dirigentes, la pregunta fundamental es: ¿para qué acumular poder? La socialdemocracia chilena, con raíces profundas en la historia política del país, se enfrenta a la necesidad urgente de definir su identidad en un siglo XXI marcado por la polarización, la desafección ciudadana y el auge de discursos extremos.
Como lo advierte el académico Cristóbal Osorio, "el Socialismo Democrático se juega no solo su existencia, sino su capacidad para ofrecer una propuesta coherente y relevante para Chile hoy".
Dentro del SD, hay quienes plantean una doble diáspora: un sector que se acerca al PC en busca de votos y otro que apuesta por fortalecer una identidad socialdemócrata autónoma, distanciada de la izquierda más dura. Esta tensión se refleja en la pugna entre figuras como Carolina Tohá, que representa una tradición reformista y moderada, y Jeannette Jara, que encarna el ascenso del PC y una agenda más radical.
El Frente Amplio también sufre un duro revés, con su candidato Gonzalo Winter obteniendo solo un 9% en la primaria, lo que ha generado cuestionamientos internos sobre la dirección y estrategia del partido.
- La derrota del SD en las primarias y su pérdida de representación en espacios clave evidencian un proceso de erosión política que no es solo coyuntural, sino estructural.
- La fragmentación interna y la disputa por el liderazgo amenazan con diluir la influencia del SD en la izquierda chilena, al tiempo que fortalecen al PC y, en menor medida, al FA.
- El desafío para el SD no es solo electoral, sino también de identidad y proyecto: debe responder a la pregunta de qué socialdemocracia quiere ser y cómo conectar con un electorado cada vez más polarizado y desconfiado.
- La tensión entre unidad y autonomía en la alianza oficialista marcará las negociaciones parlamentarias y el rumbo del gobierno en su último año.
En definitiva, el Socialismo Democrático chileno está en un momento decisivo donde su supervivencia política exige más que nunca una reflexión profunda, un diálogo interno sincero y una propuesta renovada que pueda reconciliar su historia con las demandas actuales de la sociedad chilena.