
El Frente Amplio enfrenta una encrucijada que, aunque anticipada por sus propios actores, se ha hecho dolorosamente visible en las últimas semanas. La primaria presidencial oficialista del 2025 evidenció la caída estrepitosa de su influencia electoral, con Gonzalo Winter obteniendo una votación muy por debajo de las expectativas y la pérdida de sus escaños claves en la Región Metropolitana y Puerto Montt. Este fenómeno no es sólo cuantitativo, sino también simbólico: la coalición que prometía cambiar la política chilena desde la izquierda aparece hoy como un actor resignado, atrapado entre la experiencia socialdemócrata que rescata la gestión y la fractura interna que exhibe su discurso y convicciones.
Desde el sector, voces como la de Jeannette Jara, la candidata que arrasó en la primaria de izquierda, intentan mantener la esperanza con mensajes de continuidad y cambio, pero la realidad electoral y política obliga a una reflexión profunda: 'Cuidemos lo bueno, cambiemos lo injusto' es un lema que suena más a renuncia que a convicción.
En paralelo, el cierre de campaña de Evelyn Matthei en el Estadio Santa Laura se convirtió en un escenario de tensiones y contradicciones. Con una convocatoria menor a la esperada —entre 5 y 6 mil asistentes en un recinto preparado para más del doble— la candidata de la derecha endureció su discurso contra el gobierno y el Frente Amplio, señalando que 'la irresponsabilidad política de este gobierno y de los dirigentes del Frente Amplio es enorme'. El acto, con tintes populares pero marcado por la presión de un escenario electoral cuesta arriba, mostró además la fragmentación y las dificultades internas del sector para consolidar un liderazgo único.
Este clima de confrontación se ha visto acompañado por un aumento notable en la difusión de información falsa o tergiversada por parte de candidatos en ambos extremos del espectro político. Una investigación de CIPER reveló que 49 candidatos republicanos, comunistas y del Frente Amplio difundieron fake news en el último año, afectando temas sensibles como pensiones, educación sexual, migración y seguridad. Por ejemplo, desde la derecha se propagaron afirmaciones sin sustento sobre la expropiación de fondos previsionales y supuestos embargos a adultos mayores, mientras que desde la izquierda se difundieron acusaciones no comprobadas sobre vínculos de Kast con redes de bots y la supuesta eliminación de la Pensión Garantizada Universal.
Estos hechos no sólo evidencian un ciclo político tenso y polarizado, sino que también profundizan la desconfianza ciudadana y dificultan un debate público informado. La utilización de la desinformación como herramienta electoral agrava la fragmentación social y dificulta la construcción de consensos.
Desde una perspectiva regional, la fortaleza de la derecha en el norte del país contrasta con el avance de la oposición en el centro-sur, reflejando una geografía política fragmentada que anticipa un Congreso aún más polarizado. En este contexto, la izquierda debe enfrentar no sólo la competencia electoral, sino también una crisis interna que pone en cuestión sus métodos, discursos y capacidad de adaptación a las nuevas demandas sociales y culturales.
En definitiva, la campaña presidencial de 2025 ha dejado al desnudo no sólo un reordenamiento de fuerzas políticas, sino también las heridas abiertas de una sociedad que aún busca respuestas claras a problemas estructurales como la desigualdad, la seguridad y la gobernabilidad. Las verdades que emergen son duras: 'el gobierno no logró capitalizar su gestión, el Frente Amplio se resigna a un rol secundario y la derecha enfrenta desafíos internos para consolidar su liderazgo.' La polarización, la desinformación y la fragmentación regional son las sombras que acompañan esta contienda, y que condicionarán el futuro político de Chile en los años venideros.