
Javier Milei, el presidente argentino que irrumpió en la escena política con un discurso ultraderechista y un estilo confrontacional, vive hoy las secuelas de una contienda electoral que ha marcado un punto de inflexión en su gobierno. El 7 de septiembre de 2025, su partido La Libertad Avanza sufrió una dura derrota en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, el bastión peronista más importante del país. Esta derrota no solo puso en evidencia las limitaciones de su proyecto político, sino que también obligó a Milei a ajustar su estrategia para mantener el control del Congreso y avanzar con su agenda.
En un discurso moderado, Milei reconoció públicamente la derrota y asumió la necesidad de corregir errores. 'Hemos tenido un revés y hay que asumirlo con responsabilidad', afirmó, subrayando que la oposición peronista desplegó un aparato electoral eficiente que consolidó su victoria. Sin embargo, Milei dejó claro que su gobierno no renunciará a las políticas económicas que lo caracterizan: 'Vamos a seguir defendiendo con uñas y dientes el equilibrio fiscal, la restricción monetaria y el esquema cambiario'. Esta combinación de autocrítica política y firmeza en lo económico revela un líder que busca mantener la coherencia ideológica mientras ajusta tácticas para sobrevivir políticamente.
A pocas semanas de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre, el presidente intensificó su retórica contra el Congreso, al que calificó de 'destituyente'. En un acto multitudinario en Rosario, Milei se proclamó al frente del 'primer gobierno libertario de toda la historia del mundo', denunciando una conspiración de la oposición para bloquear su gestión y llamando a sus seguidores a cambiar la composición parlamentaria para asegurar mayorías que le permitan avanzar sin obstáculos.
Esta postura confrontacional refleja la tensión entre un Ejecutivo con una base parlamentaria limitada —producto de haber partido hace solo dos años con un partido nuevo— y una oposición peronista que, pese a sus divisiones, mantiene un fuerte control territorial y legislativo.
La llegada de Diego Santilli como ministro del Interior, nombrado por Milei en noviembre, marca un giro hacia la búsqueda de acuerdos con gobernadores provinciales y legisladores clave. Santilli, con una trayectoria política que atraviesa varias corrientes, se enfrenta al desafío de construir mayorías para aprobar el presupuesto 2026 y las reformas económicas y laborales que el presidente impulsa.
Las negociaciones incluyen demandas regionales diversas, desde la eliminación de impuestos a las exportaciones de hidrocarburos en la Patagonia hasta garantías para la minería en el norte. La exclusión de gobernadores peronistas más duros, como Axel Kicillof, indica una estrategia de fragmentación del bloque opositor para facilitar la gobernabilidad.
La oposición peronista, que ha mantenido una campaña de mínimos centrada en 'frenar a Milei', denuncia que las políticas del gobierno han profundizado la desigualdad y afectado áreas sensibles como jubilaciones, salud y educación. El gobernador Kicillof acusó al gobierno de 'rifar el país' y de aplicar un ajuste conocido en versiones anteriores.
Mientras tanto, Milei y sus aliados insisten en que su modelo es la única vía para sacar a Argentina de la crisis económica, apoyándose en la ayuda financiera internacional, como el aporte de 40.000 millones de dólares de Estados Unidos, que ha estabilizado parcialmente la economía.
A casi dos años de su llegada al poder, la gestión de Milei se encuentra en una encrucijada. La derrota electoral en Buenos Aires y la fragmentación parlamentaria evidencian las limitaciones de un proyecto político basado en el ultraliberalismo y el discurso confrontacional. Sin embargo, la incorporación de figuras políticas tradicionales para negociar mayorías y la persistencia en políticas económicas ortodoxas muestran un intento de adaptación pragmática.
Este episodio confirma que la gobernabilidad en Argentina requiere más que discursos incendiarios: demanda alianzas, concesiones y un diálogo que Milei ha evitado hasta ahora. La batalla legislativa no solo definirá la capacidad del gobierno para implementar reformas, sino que también pondrá a prueba la resistencia de un sistema político acostumbrado a la polarización y la fragmentación.
En definitiva, la historia reciente del gobierno Milei es un espejo donde se reflejan las tensiones entre la radicalidad política y la necesidad de consenso en una democracia compleja y diversa como la argentina.
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