
Un comienzo con ecos en el Pacífico
El sábado 15 de noviembre de 2025, a las 16:00 horas chilenas, Nueva Zelanda abrió las mesas para las elecciones presidenciales y parlamentarias de Chile. Este gesto, aparentemente protocolar, simbolizó el arranque de un proceso electoral que se esperaba como uno de los más decisivos en décadas. Patricia Figueroa, presidenta del Servel, recordó que 160.935 chilenos en el exterior estaban habilitados para votar, aunque el sufragio fuera voluntario fuera del país.
La elección convocó a más de 15,7 millones de personas en Chile, con mesas abiertas desde las 08:00 horas del domingo 16. La obligatoriedad del voto se impuso con multas que oscilan entre 0,5 y 1,5 UTM para quienes no acudieran a sufragar, un dato que tensionó el ambiente político y social.
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Un Congreso fragmentado: el escenario parlamentario
Se renovaron 155 diputados y 23 senadores, con votaciones simultáneas a la elección presidencial. El sistema D’Hondt, que obliga a la formación de alianzas, mostró sus grietas en esta ocasión. Cinco pactos electorales se presentaron, pero ninguno logró la unidad completa dentro de sus sectores.
En la derecha, la coalición tradicional Chile Vamos —formada por Renovación Nacional, UDI y Evópoli— se fracturó con la extrema derecha, que conformó el pacto Cambio por Chile, respaldando a candidatos presidenciales distintos: José Antonio Kast y Johannes Kaiser. Este quiebre evidenció la incapacidad de la derecha para cohesionar su oferta electoral, debilitando su presencia parlamentaria.
Por su parte, el progresismo oficialista, encabezado por el presidente Gabriel Boric, intentó presentar una lista única bajo la alianza Unidad por Chile, liderada por la candidata presidencial comunista Jeannette Jara. Sin embargo, la salida de la Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista para formar una lista separada evidenció las tensiones internas y la falta de cohesión ideológica.
Además, la izquierda radical, representada por el Partido Humanista y el Partido Igualdad, formó su propio pacto, Izquierda Ecologista Popular Animalista y Humanista, consolidando un espectro político fragmentado y plural.
Finalmente, varios partidos optaron por competir en solitario, como Amarillos por Chile, Partido de la Gente y Partido Ecologista Verde, apostando por estrategias independientes que reflejan la volatilidad política actual.
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El rostro presidencial: el reflejo de una nación dividida
La elección presidencial, en primera vuelta, definió a dos candidatos para la segunda vuelta (programada para 14 de diciembre), reflejando el pulso de una sociedad polarizada. El apoyo explícito de figuras como José Piñera a Kast y Cecilia Morel a Evelyn Matthei mostró la persistencia de los liderazgos tradicionales, mientras que la candidatura de Jeannette Jara simbolizó la continuidad de la izquierda progresista.
Desde sectores sociales, las voces se dividieron: mientras algunos ciudadanos expresaron un cansancio evidente hacia la política tradicional, otros manifestaron esperanza en la renovación y en la búsqueda de consensos.
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Consecuencias y certezas emergentes
Este proceso electoral ha dejado en claro que:
- La fragmentación política es una realidad consolidada, tanto en la derecha como en el progresismo. La era de las coaliciones monolíticas parece haber terminado, dando paso a un Congreso más diverso y complejo.
- La participación electoral, aunque obligatoria, mostró variaciones regionales y sociales, con sectores más movilizados que otros. La multa como mecanismo sancionatorio generó debate sobre la eficacia y legitimidad del voto obligatorio.
- El inicio de las mesas en el extranjero, especialmente en Nueva Zelanda, puso en relieve la diáspora chilena y su rol en la política nacional, aunque con un voto voluntario que limita su impacto.
- Las alianzas electorales, más que unir, evidenciaron las contradicciones internas y la dificultad para construir proyectos políticos sólidos y duraderos.
Este escenario augura un Congreso fragmentado y una presidencia que deberá navegar en aguas turbulentas, buscando acuerdos en un contexto de pluralidad y desconfianza. La política chilena, lejos de estabilizarse, enfrenta una etapa de redefinición que tendrá consecuencias profundas en los próximos años.
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Fuentes y verificaciones
Este análisis se basa en información oficial del Servicio Electoral de Chile (Servel), reportajes de BioBioChile, El País Chile y El Informador Chile, además de declaraciones públicas de actores políticos y académicos consultados durante las semanas previas y posteriores a la elección.
La pluralidad de voces y la verificación rigurosa permiten ofrecer una visión completa y contextualizada, invitando a la reflexión sobre el rumbo político y social que Chile ha comenzado a transitar.