Chile enfrenta una temporada de vientos extremos: cinco regiones bajo alerta por rachas de hasta 100 km/h

Chile enfrenta una temporada de vientos extremos: cinco regiones bajo alerta por rachas de hasta 100 km/h
Actualidad
Sociedad
2025-11-16
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- Vientos de hasta 100 km/h golpean desde el norte hasta el centro del país.

- Cinco regiones en alerta por rachas persistentes y fenómenos asociados como viento blanco.

- Impacto social y económico: suspensión de actividades y desafíos para la infraestructura regional.

Una ráfaga que sacudió la calma. Desde septiembre, Chile ha sido escenario de un fenómeno atmosférico que, lejos de ser puntual, se extendió en intensidad y geografía, marcando un hito en la temporada de vientos. La Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió alertas para cinco regiones del centro norte del país, donde las rachas alcanzaron hasta 100 km/h entre septiembre y noviembre de 2025. Este fenómeno no solo puso en jaque a las comunidades locales, sino que también activó un debate sobre la preparación y respuesta ante eventos climáticos extremos en el país.

El origen y la evolución del fenómeno

El primer aviso de la DMC se registró el 7 de septiembre, señalando rachas de hasta 100 km/h en regiones como Tarapacá, Antofagasta y La Araucanía. Esta alerta fue seguida por una segunda, el 18 de septiembre, que extendió la advertencia a las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Maule, con vientos que alcanzaron rachas de hasta 80 km/h y la posible ocurrencia de viento blanco, un fenómeno asociado a la corriente en chorro en la tropopausa.

La sucesión de estos avisos y la persistencia de los vientos generaron un escenario complejo para la infraestructura y las actividades cotidianas. En regiones como La Palma, Islas Canarias, se suspendieron clases y se activaron planes de emergencia para proteger a la población, un reflejo de la necesidad de medidas anticipatorias y coordinadas.

Perspectivas encontradas: gobiernos, expertos y comunidades

Desde el gobierno, la respuesta se ha centrado en la coordinación entre servicios de emergencia y la comunicación preventiva. “La prioridad es garantizar la seguridad de las personas y minimizar daños materiales”, afirmó un portavoz de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi). Sin embargo, voces críticas cuestionan la suficiencia de las medidas y la inversión en infraestructura resistente a eventos climáticos extremos.

Expertos en meteorología y cambio climático advierten que estos episodios podrían intensificarse en frecuencia y magnitud debido al calentamiento global. “Lo que estamos viendo no es un hecho aislado, sino una manifestación clara de la variabilidad climática que afecta a Chile y la región”, explicó la climatóloga María Fernández. Por su parte, organizaciones sociales y vecinales han denunciado la falta de apoyo para las comunidades rurales y periféricas, donde el impacto de los vientos ha sido más severo y donde las respuestas institucionales llegan con retraso.

Consecuencias visibles y aprendizajes

Los daños materiales reportados incluyen caída de árboles, interrupciones eléctricas, y afectaciones en la red vial y en la actividad agrícola. En algunos sectores rurales, las pérdidas económicas han sido significativas, especialmente para pequeños agricultores y productores que dependen del clima estable para sus cultivos.

Este episodio ha puesto en evidencia la necesidad de fortalecer los sistemas de alerta temprana, mejorar la infraestructura urbana y rural, y promover una cultura de prevención que integre a todos los actores sociales. La experiencia también ha generado un diálogo más profundo sobre la adaptación al cambio climático y la justicia ambiental, temas que cobran relevancia en la agenda pública nacional.

Constataciones finales

Queda claro que Chile enfrenta una temporada de vientos extremos que no solo desafía la capacidad técnica y operativa de sus instituciones, sino que también expone desigualdades sociales y territoriales. La pluralidad de voces —desde el gobierno, la academia y la sociedad civil— revela un país en tensión, donde el desafío es construir resiliencia sin dejar a nadie atrás.

El fenómeno de los vientos intensos y sus consecuencias no pueden ser vistos como hechos aislados ni temporales. Son, más bien, un llamado urgente a repensar la relación con el entorno natural y a fortalecer los vínculos sociales para enfrentar juntos la creciente incertidumbre climática.