
Una caída que no es solo estadística, sino un síntoma palpable del giro político y económico de Estados Unidos.
Hasta julio de 2025, el turismo internacional hacia Estados Unidos ha registrado una caída del 3,9% en comparación con el año anterior, según datos de Tourism Economics. Esta tendencia negativa se acentúa en el caso de los visitantes canadienses, que han reducido sus viajes en más de un 20% en lo que va del año, con un desplome del 25,2% solo en julio.
El fenómeno no puede desligarse de la retórica y las políticas implementadas por la administración Trump, que han marcado un cambio de paradigma en la percepción global sobre EE.UU. como destino turístico. Aran Ryan, director de Estudios Industriales en Tourism Economics, señala que "la combinación de políticas y declaraciones de la Administración Trump ha cambiado el sentimiento y suscitado preocupación entre muchos potenciales viajeros".
Entre las medidas que han contribuido a este descenso se encuentran las restricciones de viaje a 19 países, aranceles comerciales y una política migratoria más estricta. Para Canadá, el impacto es particularmente sensible: la imposición de aranceles del 25% a ciertas importaciones y las declaraciones del presidente sobre convertir a Canadá en un estado más de EE.UU. han generado una respuesta negativa en la opinión pública canadiense.
Las reservas de vuelos desde Canadá hacia EE.UU. para los meses siguientes son entre un 35,6% y un 43% inferiores a las del año pasado. Además, el número de viajes en avión desde Canadá se redujo un 28,7% interanual solo en junio, según Estadísticas Canadá.
Desde sectores empresariales estadounidenses, la caída en turismo genera alarma por la pérdida de ingresos, estimada en más de 12.500 millones de dólares este año, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC). Julia Simpson, presidenta del WTTC, advirtió que mientras otros países "despliegan la alfombra de bienvenida", EE.UU. coloca "el cartel de cerrado".
En contraste, defensores de las políticas actuales argumentan que la prioridad debe ser la seguridad nacional y la protección de la industria local frente a prácticas comerciales desleales. Para ellos, la caída del turismo es un costo asumible frente a los beneficios de una política migratoria y comercial más dura.
El descenso del turismo afecta especialmente a regiones fronterizas y ciudades que históricamente han dependido del flujo de visitantes canadienses y otros extranjeros. Hoteles, restaurantes y comercios locales reportan una desaceleración que pone en riesgo empleos y dinamismo económico.
Desde la sociedad civil, organizaciones de defensa de los derechos humanos critican que la retórica y políticas restrictivas alimentan un clima de xenofobia y aislamiento, que va más allá de la economía y afecta la imagen internacional de EE.UU.
La evidencia apunta a que la combinación de retórica política, medidas migratorias restrictivas y políticas arancelarias ha modificado la percepción global sobre EE.UU. como destino turístico. Esta transformación no solo impacta en cifras económicas concretas, sino que también refleja un cambio más profundo en la relación del país con sus vecinos y el mundo.
El desafío para Estados Unidos es equilibrar sus prioridades internas sin sacrificar su papel como destino abierto y competitivo en el escenario global. Mientras tanto, las consecuencias ya se sienten en las comunidades y sectores que dependen del turismo, y en la opinión pública internacional, que observa con atención los mensajes que emite la Casa Blanca.
Esta historia, más allá de los titulares inmediatos, revela tensiones y contradicciones que seguirán moldeando la política y la economía estadounidense en los años venideros.
2025-11-12
2025-11-12