
Elisa Loncon vuelve a posicionarse en el centro del debate político chileno con su candidatura al Senado por La Araucanía, región que conoce desde su origen y donde busca representar a los pueblos originarios y sectores históricamente postergados. Su postulación, inicialmente vinculada al Frente Amplio y finalmente apoyada por el Partido Comunista, ha generado un choque frontal con distintos actores políticos y sociales.
"La región tiene una base histórica de pueblos originarios y estamos en condiciones de ser parte de la toma de decisión al interior del Parlamento", afirma Loncon, quien enfatiza que su candidatura no contradice su crítica previa al Senado, sino que responde a la necesidad de democratizar ese espacio y abrirlo a las voces marginadas.
Su discurso se sostiene en la experiencia personal y colectiva de vivir en contextos de pobreza y exclusión social, y en la convicción de que la educación y la representación política son herramientas para superar la marginalidad. "Yo represento a esa voz ausente", sostiene, apuntando a un recambio político en la región donde la derecha ha mantenido históricamente el control parlamentario.
El punto más álgido de su campaña ha sido su categórica afirmación de que "no hay terrorismo en La Araucanía", sino que se trata de "crimen organizado". Esta postura ha provocado fuertes críticas desde sectores conservadores y oficialistas, que denuncian una desconexión con la realidad de violencia que afecta a la zona.
El Gobierno, por su parte, ha reforzado la aplicación de la Ley Antiterrorista en la región, querellándose por ataques incendiarios y asesinatos, mientras Loncon llama a que sea la justicia la que determine la existencia o no de terrorismo.
Además, su figura ha sido objeto de campañas de desinformación y ataques mediáticos, en especial tras su rol en la Convención Constitucional y su año sabático en la Universidad de Santiago, que fue investigado por la Contraloría para determinar si hubo actividades políticas incompatibles con dicho beneficio. Aunque la Contraloría reconoció que cumplió con los requisitos para el permiso, ordenó abrir un proceso disciplinario para esclarecer ciertos aspectos.
"Viví con mucha soledad esa campaña de bots y desinformación", ha declarado Loncon, lamentando la falta de respaldo incluso dentro de movimientos feministas y sociales.
A pesar de la derrota del proceso constituyente y el rechazo mayoritario a la propuesta de nueva Constitución, Loncon mantiene la convicción de que las demandas sociales y de pueblos originarios siguen vigentes y requieren atención política.
"No hemos cerrado las puertas al diálogo", dice, subrayando que su apuesta senatorial es una contribución para avanzar en políticas sociales, culturales y territoriales, con especial foco en la juventud y la superación de la marginalidad.
La candidatura de Elisa Loncon representa un cruce de caminos entre la aspiración de mayor representación indígena y social en el Parlamento y las tensiones políticas que aún persisten en torno a la violencia y la seguridad en La Araucanía. Su figura polariza, pero también interpela a un electorado que busca respuestas a problemas estructurales.
Los hechos muestran que la discusión sobre terrorismo versus crimen organizado no está zanjada judicial ni socialmente, y que la política regional sigue marcada por la fragmentación y la desconfianza. La trayectoria de Loncon, marcada por el reconocimiento internacional y las controversias nacionales, refleja las complejidades de incorporar voces históricamente excluidas en un sistema político tradicionalmente cerrado.
El resultado electoral y el desarrollo de su labor parlamentaria serán una prueba para evaluar si la representación plural y el diálogo pueden abrir caminos para la convivencia y el desarrollo en una región que ha sido escenario de conflicto por décadas.