
Venezuela bajo estado de excepción: el 29 de septiembre de 2025, el presidente Nicolás Maduro firmó un decreto de conmoción externa que otorga poderes extraordinarios para actuar en materia de defensa y seguridad ante una eventual "agresión" de Estados Unidos. Este decreto habilita medidas que pueden restringir derechos fundamentales, movilizar tropas, disponer de bienes privados y establecer toques de queda, con una vigencia inicial de 90 días prorrogables. La decisión se inscribe en un contexto de fuerte despliegue militar estadounidense en el Caribe, con al menos ocho buques de guerra, un submarino nuclear y más de 4.500 soldados, bajo el argumento oficial de combatir el narcotráfico.
Tensiones y respuestas militares: desde semanas antes, el gobierno venezolano ha intensificado ejercicios militares y el adiestramiento de civiles en el manejo de armas. Militares y milicianos se desplegaron en múltiples estados con la finalidad de preparar a la población para una defensa popular ante una posible intervención extranjera. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, calificó estas maniobras como un hito en la consolidación de la doctrina militar bolivariana, mientras que la oposición y expertos internacionales las ven como una respuesta propagandística más que estratégica.
Perspectivas enfrentadas:
- Desde el chavismo, Maduro y sus ministros sostienen que EE.UU. busca un cambio de régimen y que Venezuela debe estar lista para resistir cualquier agresión, apelando al patriotismo popular y a la unidad nacional.
- Por otro lado, analistas y opositores alertan sobre el riesgo de que el estado de excepción limite derechos civiles y profundice la militarización de la sociedad, además de señalar que la escalada puede agravar la crisis humanitaria y política interna.
- Estados Unidos ha negado tener planes de cambio de régimen, pero mantiene su presencia militar en la región, en una dinámica que recuerda la Guerra Fría y que tensiona aún más el Caribe.
Impacto regional y social: la movilización masiva de civiles para entrenamiento militar, la adopción de medidas excepcionales y la retórica belicista han generado inquietud en países vecinos y organizaciones internacionales. La militarización afecta la vida cotidiana de comunidades, mientras que la economía y la estabilidad social ya golpeadas por años de crisis enfrentan nuevas incertidumbres. En barrios populares como Petare, la instrucción en armas se mezcla con el temor y la resignación de quienes ven cómo la política se traduce en un escenario de posible confrontación armada.
Conclusiones: la declaración del estado de excepción en Venezuela y la respuesta militarizada al despliegue de EE.UU. en el Caribe representan un punto de inflexión en la crisis venezolana. Más allá de la retórica, la medida pone en evidencia la fractura profunda entre ambos países y la región, y la dificultad de encontrar canales de diálogo o solución pacífica. La militarización de la sociedad venezolana puede consolidar un ciclo de tensión y represión interna, mientras que la comunidad internacional observa con creciente preocupación la escalada, que podría tener consecuencias imprevisibles para la estabilidad del hemisferio.
Fuentes consultadas incluyen reportes de La Tercera, BioBioChile, Agencia EFE y análisis de expertos en derecho y seguridad internacional.