
En septiembre de 2025, Estados Unidos entró en una nueva etapa de confrontación cultural y política, esta vez centrada en la reinterpretación de su propia historia. El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva titulada “Restaurando la verdad y la cordura en la historia americana”, que busca eliminar lo que él considera una narrativa distorsionada y “woke” que desmerece los valores tradicionales y la grandeza del país.
Este movimiento no es un fenómeno aislado, sino la culminación de un proceso que ha ido tomando forma desde su segundo mandato presidencial, cuando Trump comenzó a remover directores de instituciones culturales, revisar museos emblemáticos como el Smithsonian y promover exposiciones que exaltan a los padres fundadores bajo un prisma heroico y sin matices. La administración inauguró una exhibición en la Casa Blanca con videos generados por inteligencia artificial que presentan a los firmantes de la Declaración de Independencia en una luz favorable y sesgada.
Perspectivas encontradas
Desde el ala conservadora y los seguidores del movimiento MAGA (Make America Great Again), esta estrategia es vista como una restauración necesaria de la identidad nacional, que habría sido socavada por décadas de corrección política y revisionismo histórico. “Con Trump, comienza una nueva era en la que recuperamos la grandeza perdida”, afirma uno de sus voceros, resaltando la importancia de rescatar símbolos y nombres históricos, como el cambio propuesto para el Golfo de México y el Monte Delali.
En contraposición, académicos, historiadores y sectores progresistas denuncian una manipulación deliberada de los hechos, que busca blanquear episodios complejos y minimizar las luchas por derechos civiles y sociales. Expertos consultados por EL PAÍS describen estos videos y exposiciones como propaganda que reduce la historia a una narrativa simplista y excluyente. Esta visión crítica advierte que la iniciativa refleja un intento de imponer una versión oficial que ignora la diversidad y las contradicciones inherentes a la historia estadounidense.
Impacto social y cultural
El debate ha polarizado aún más a la sociedad estadounidense, profundizando la brecha entre quienes se sienten representados por la versión tradicional y quienes demandan una historia más inclusiva y plural. La administración Trump ha utilizado memes y símbolos históricos para vincular la inmigración ilegal con amenazas a la identidad nacional, reforzando discursos excluyentes. Además, sectores internos del movimiento, liderados por figuras como el vicepresidente JD Vance, han propuesto requisitos de linaje para la ciudadanía, una propuesta que rompe con la idea fundacional de Estados Unidos como nación de inmigrantes.
Verdades y consecuencias
Lo que ha quedado claro es que esta batalla por la historia es mucho más que un conflicto sobre el pasado: es una lucha por definir el presente político y cultural y, sobre todo, por controlar la narrativa que moldeará el futuro. La comparación con el personaje Winston Smith de 1984, quien intenta sin éxito resistir la manipulación de la verdad, es recurrente en análisis críticos.
El proyecto de Trump representa un esfuerzo sistemático por reconfigurar la memoria colectiva y legitimar una visión particular del país, con consecuencias profundas para la cohesión social y la educación cívica. La tensión entre memoria oficial y memoria crítica seguirá siendo un campo de batalla donde se juegan identidades, valores y proyectos de nación.
Este episodio invita a reflexionar sobre los riesgos de la instrumentalización política de la historia y la necesidad de un debate informado, plural y respetuoso que permita a la sociedad comprender su pasado en toda su complejidad, sin simplificaciones ni silencios.
Fuentes consultadas incluyen análisis de EL PAÍS, declaraciones oficiales de la Casa Blanca, y opiniones de historiadores y expertos en cultura estadounidense.
2025-11-12
2025-11-12