
En los meses previos a la elección presidencial de 2025, el comando de José Antonio Kast enfrentó un desafío que, a simple vista, parecía secundario: la conformación de un equipo de gobierno amplio y creíble. Desde marzo, cuando Evelyn Matthei presentó a su staff programático, el comando republicano fue blanco de críticas por la aparente ausencia de un equipo consolidado. Sin embargo, lejos de una crisis abierta, lo que se vivió fue un proceso lento, discreto y estratégicamente reservado que ha ido tomando forma en las últimas semanas.
El abanderado del Partido Republicano optó por un reclutamiento uno a uno, evitando anuncios masivos y buscando perfiles que aportaran experiencia y legitimidad, sin caer en cuoteos políticos. Figuras como el economista Bernardo Fontaine, el exministro Rodrigo Álvarez y el exalcalde Germán Codina se sumaron en silencio a este proceso. "Progresivamente fui llegando al convencimiento de que José Antonio Kast es el presidente que Chile hoy necesita", afirmó Fontaine en una entrevista, resaltando que su incorporación simboliza una candidatura más amplia y ciudadana.
Este método contrasta con la estrategia de Chile Vamos, donde la candidata Evelyn Matthei exhibió públicamente un equipo de 500 expertos y un staff económico con nombres de alto perfil, generando presión sobre el comando republicano. Pese a ello, en el círculo de Kast se mantuvo la convicción de que la calidad y no la cantidad sería la carta ganadora.
La campaña no estuvo exenta de turbulencias. A comienzos de agosto, renuncias y desmarques en Renovación Nacional evidenciaron la fragilidad interna ante la polarización de la contienda. El llamado "efecto Sichel" reapareció, con figuras que abandonaron sus cargos y partidos, generando incertidumbre sobre el respaldo político hacia Matthei y, por extensión, hacia Kast.
En respuesta, líderes como Juan Antonio Coloma y Juan Sutil desplegaron esfuerzos para contener las fugas, mientras el equipo de Kast reforzaba su reclutamiento con perfiles independientes o provenientes de distintos sectores políticos.
Uno de los focos de debate ha sido la disposición de Kast para integrar a opositores en su eventual gobierno. Mientras desde el Partido Republicano se asegura que se considerarán figuras desde Demócratas hasta libertarios, sectores de Chile Vamos, como Renovación Nacional y Evópoli, mantienen reservas y cierran puertas a una participación amplia.
Cristián Valenzuela, asesor estratégico de Kast, señala que "en el área ejecutiva, él tendrá sus cuadros propios y tendrá que llamar a sus aliados naturales". Esta tensión revela un choque entre la visión pragmática de un gobierno de emergencia y las lógicas partidarias tradicionales.
Quienes conocen a Kast destacan un cambio en su estilo: más maduro, menos intransigente, pero igualmente hermético. Las decisiones clave permanecen en un círculo reducido, mientras el equipo ampliado trabaja en la elaboración de propuestas y planes, como el "Desafío 90", orientado a los primeros meses de gobierno.
A la fecha, el comando mantiene la estrategia de no revelar nombres ni cargos hasta que el resultado electoral sea definitivo. Esta prudencia refleja tanto la complejidad de las alianzas como la cautela ante un escenario político fragmentado y volátil.
El proceso de armado del equipo de Kast expone las tensiones inherentes a la política chilena contemporánea: la necesidad de combinar experiencia técnica con legitimidad política, la dificultad de integrar distintas fuerzas en un bloque amplio y la estrategia de comunicación en un contexto electoral polarizado.
Más allá de la polémica inicial por la falta de un equipo visible, el comando republicano ha logrado construir un núcleo profesional que responde a una lógica de gobernabilidad pragmática, aunque no exenta de riesgos y desafíos. La verdadera prueba, sin embargo, quedará para después del 19 de noviembre, cuando la campaña ceda paso a la gestión pública y las promesas se traduzcan en acciones concretas.