
Un regreso anunciado y un desafío abierto
El 23 de octubre de 2025, Luiz Inácio Lula da Silva confirmó en Yakarta, Indonesia, que será candidato a un cuarto mandato presidencial en las elecciones brasileñas de octubre de 2026. A punto de cumplir 80 años, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) aseguró tener "la misma energía que cuando tenía 30" y manifestó su intención de fortalecer las relaciones internacionales, especialmente con Indonesia y Estados Unidos.
Este anuncio no es una sorpresa para quienes han seguido la trayectoria política de Lula, pero sí reaviva un pulso histórico en Brasil y América Latina. Tras gobernar entre 2003 y 2011 y regresar al poder en 2023, su figura polariza tanto como inspira.
Una diplomacia en marcha y un telón de fondo convulso
En las semanas previas, Lula sostuvo una llamada telefónica con el presidente estadounidense Donald Trump, en la que pidió levantar aranceles que afectan a las exportaciones brasileñas y eliminar sanciones a funcionarios brasileños, incluyendo al juez del Supremo Alexandre de Moraes. Esta fue la primera comunicación directa entre ambos desde que Trump retornó a la Casa Blanca y se produjo en un contexto de tensiones por la condena a Jair Bolsonaro, aliado de Trump, por intento de golpe de Estado.
El diálogo entre Lula y Trump, que ambos calificaron de "amistoso", parece marcar un intento de Brasil por recuperar su protagonismo internacional y mitigar la fractura política interna que persiste desde el fin del mandato de Bolsonaro.
Voces que chocan: entre la esperanza y la advertencia
Desde la izquierda, el anuncio de Lula es visto como la continuidad de un proyecto que busca consolidar una agenda social y ambiental más inclusiva y sostenible. Sus seguidores destacan su experiencia y capacidad para manejar la compleja realidad brasileña y regional.
Sin embargo, la derecha y sectores conservadores alertan sobre los riesgos de perpetuar un liderazgo que, según ellos, ha contribuido a la polarización y a la erosión de las instituciones democráticas. "Lula representa un retorno a viejas prácticas políticas que han dividido al país y socavado la confianza en el sistema", señala un analista político de São Paulo.
Además, la oposición enfrenta la reciente propuesta de amnistía para Bolsonaro y sus seguidores, lo que ha generado una fuerte movilización ciudadana y un llamado a la vigilancia democrática. Lula mismo ha convocado a la ciudadanía a resistir este proyecto, advirtiendo que la extrema derecha aún tiene mucho poder.
El escenario regional y las consecuencias visibles
Brasil, como la mayor economía y potencia política de América Latina, juega un rol clave en la estabilidad regional. La decisión de Lula de buscar un nuevo mandato se inscribe en un contexto de reconfiguración geopolítica, donde las alianzas tradicionales se ponen a prueba y emergen nuevas tensiones.
El anuncio llega en un momento en que Brasil busca ampliar acuerdos comerciales, como el Mercosur con Indonesia, y mejorar relaciones con potencias globales, en medio de un clima de incertidumbre política interna.
Para los vecinos y socios regionales, la continuidad o cambio en Brasil tendrá efectos directos en comercio, seguridad y cooperación ambiental.
Conclusiones: un capítulo abierto y el pulso de la democracia brasileña
La candidatura de Lula para un cuarto mandato no solo es un hecho político, sino un símbolo de la persistente lucha por definir el rumbo de Brasil y, por extensión, de América Latina. La figura de Lula encarna la esperanza de quienes buscan un proyecto progresista, pero también el temor de quienes temen la repetición de viejas divisiones.
La tensión entre avanzar hacia una democracia más participativa y la amenaza de retrocesos autoritarios sigue siendo el telón de fondo de esta historia. La conversación con Trump y los acuerdos internacionales apuntan a un Brasil que intenta reposicionarse en el mundo, mientras que la disputa interna por la memoria y el poder mantiene encendida la llama de un debate que va más allá de las urnas.
En definitiva, el escenario está puesto para un coliseo político donde se enfrentarán no solo candidatos, sino visiones irreconciliables del país. El espectador, desde la distancia, observa cómo se juega una partida que definirá el destino de la región en los próximos años.
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Fuentes: El País, La Tercera, Cooperativa.cl, Agencia Brasil.