
Un país en tensión y en juego
Este domingo 17 de noviembre de 2025, Chile enfrenta una elección presidencial que, más allá de sus resultados inmediatos, revela un cambio profundo en el mapa político y social del país. La campaña ha estado marcada por una atmósfera de miedo, desconfianza y resignación, donde la seguridad pública y la inmigración se han convertido en los temas que dominan la agenda ciudadana.
“Antes te robaban el teléfono; ahora te cortan un brazo por él”, dice Nur Faride, una joven santiaguina, reflejando la percepción de inseguridad que atraviesa a amplios sectores. Esta frase, recogida por el medio británico The Economist, sintetiza un ambiente de crisis que sobrepasa la gestión gubernamental y que ha empujado a la sociedad hacia posturas más conservadoras.
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En la contienda electoral destacan tres figuras del espectro derechista, cada una con su propio enfoque y base social. José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, ha suavizado su conservadurismo moral para concentrar su discurso en la seguridad y el control migratorio, proponiendo medidas drásticas como el cierre de fronteras con muros y drones, y la deportación acelerada de inmigrantes irregulares. Su estrategia, inspirada en modelos como el de Nayib Bukele en El Salvador, ha calado en un electorado que exige respuestas rápidas y contundentes ante la violencia.
Por otro lado, Evelyn Matthei representa el ala más tradicional y moderada de la centroderecha. Aunque fue favorita durante meses, su discurso ha perdido terreno frente a la contundencia de Kast, reflejando una derecha dividida entre el pragmatismo y el populismo securitario.
Finalmente, Johannes Kaiser, diputado y exyoutuber, emerge como una fuerza aún más radical, defendiendo la reinstauración de la pena de muerte y evocando un retorno a la dictadura militar en caso de crisis. Su discurso polarizador añade incertidumbre y fragmentación a la derecha, pero también evidencia la amplitud del espectro conservador que hoy disputa el poder.
Según las encuestas, tanto Kast como Matthei superarían a la candidata de la izquierda, Jeannette Jara, en una eventual segunda vuelta. Sin embargo, la irrupción de Kaiser podría alterar este escenario y profundizar la fragmentación política.
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La ministra Jeannette Jara, única candidata de la izquierda, enfrenta un desafío monumental. Su campaña ha buscado distanciarse de sus vínculos con el Partido Comunista y suavizar su programa, centrado en temas como el litio y el salario mínimo, para intentar ampliar su base electoral. Sin embargo, la polarización social y el predominio del discurso securitario han erosionado el espacio para propuestas progresistas.
“Ha restado importancia tanto a su etapa como ministra como a sus vínculos con el Partido Comunista”, señala The Economist, reflejando la dificultad de la izquierda para conectar con un electorado que prioriza la seguridad sobre la justicia social.
Esta situación configura un escenario inédito: una derecha fragmentada pero dominante, y una izquierda debilitada y en retroceso, lo que podría derivar en un cambio de rumbo político para Chile.
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El giro hacia la derecha no es solo un fenómeno electoral, sino el reflejo de tensiones sociales profundas. La preocupación por la delincuencia, que según Ipsos afecta al 63% de la población, supera incluso a países con índices de homicidio más altos. Esto ha impulsado un discurso de mano dura que, si bien puede responder a demandas legítimas de seguridad, también alimenta la exclusión y el estigma hacia migrantes y minorías.
Expertos recuerdan que “las personas nacidas en el extranjero cometen menos delitos que los chilenos”, aunque reconocen una ligera sobrerrepresentación en ciertos crímenes. Esta paradoja evidencia la complejidad del fenómeno y la necesidad de políticas integrales que no simplifiquen la realidad.
Además, la fragmentación política de la derecha, con actores como Kaiser que proponen medidas extremas, plantea riesgos para la estabilidad democrática y el respeto a los derechos humanos.
Si las tendencias se confirman, la derecha podría obtener una mayoría inédita en ambas cámaras del Congreso, consolidando un poder político que podría redefinir el rumbo del país.
La izquierda, por su parte, deberá repensar su estrategia y su conexión con una ciudadanía que demanda seguridad sin renunciar a la justicia social.
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En definitiva, Chile se encuentra en un momento decisivo, donde la disputa por la seguridad, la identidad y el modelo de país se juega en las urnas, pero también en la sociedad misma. La elección de este domingo no solo definirá un gobierno, sino que marcará el pulso de un país que busca reconciliar sus heridas y construir un futuro en medio de la incertidumbre.
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Fuentes: The Economist (13/11/2025), Ipsos, Diario Financiero.