Dimisión y negligencias tras la tragedia del funicular en Lisboa: ¿Quién carga la responsabilidad?

Dimisión y negligencias tras la tragedia del funicular en Lisboa: ¿Quién carga la responsabilidad?
Actualidad
Internacional
2025-11-17
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- Descarrilamiento fatal de un funicular histórico en Lisboa con 16 muertos.

- Renuncia en bloque de la dirección de la empresa pública responsable.

- Fallas técnicas y de mantenimiento que revelan décadas de negligencia.

El 3 de septiembre de 2025, Lisboa fue escenario de un accidente que conmocionó no solo a Portugal, sino a toda Europa: el funicular de la Glória descarriló, dejando 16 muertos y decenas de heridos. Más de un mes y medio después, la tragedia sigue mostrando sus capas más oscuras y complejas.

El informe preliminar del Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes con Aeronaves y Accidentes Ferroviarios (GPIAAF) reveló que el accidente no fue un hecho aislado ni fortuito. La ruptura del cable de tracción, pieza clave en el sistema, se produjo porque se utilizó un cable no habilitado para transporte de personas. Este dato, por sí solo, desvela una cadena de decisiones peligrosas y negligentes.

Pero no fue solo el cable. La investigación detectó deficiencias graves en el mantenimiento, que desde hace dos décadas está privatizado y externalizado. Las inspecciones registradas no se correspondían con las ejecutadas, y el día del accidente no fue la excepción. Los técnicos y expertos señalan que no hay antecedentes de pruebas del sistema de freno de emergencia en caso de fallo del cable, un vacío imperdonable en un transporte con pasajeros.

La respuesta política no tardó en llegar. Pedro de Brito Bogas, presidente de Carris, la empresa pública que gestiona el funicular, presentó su renuncia junto a todo el consejo de administración. Desde el gobierno municipal, el presidente Carlos Moedas defendió que el informe apunta a fallos técnicos y no a responsabilidades políticas, mientras que la oposición exige que se asuman las consecuencias políticas de esta tragedia.

Desde el punto de vista social, la conmoción persiste. Lisboa, ciudad orgullosa de sus funiculares históricos, ve cómo su patrimonio y seguridad se entrelazan en una tragedia que podría haberse evitado. “Es una herida abierta para la ciudad y para las familias afectadas”, señala un representante de las víctimas, quien además critica la falta de transparencia y la privatización del mantenimiento.

En el debate público, surgen dos visiones contrapuestas: por un lado, la defensa de la gestión técnica y la externalización como modelo eficiente; por otro, la crítica a la privatización de servicios esenciales sin controles rigurosos. Algunos expertos en ingeniería y transporte advierten que esta tragedia es un síntoma de problemas estructurales en la gestión de infraestructuras históricas y de transporte público.

A más de 45 días del accidente, la empresa Carris opera bajo una dirección interina mientras se define un nuevo liderazgo. La presión social y política por reformas profundas crece, pero la pregunta que queda en el aire es si las lecciones aprendidas serán suficientes para evitar que la historia se repita.

La tragedia del funicular de Lisboa pone en evidencia una verdad incómoda: la combinación de decisiones administrativas erradas, falta de supervisión efectiva y el olvido de la seguridad en la gestión de infraestructuras públicas puede tener consecuencias fatales. La responsabilidad no es solo técnica, es también política y social.

Este episodio, con sus víctimas y sus silencios, es un llamado a la reflexión profunda sobre cómo se cuidan y gestionan los bienes comunes y qué precio estamos dispuestos a pagar por la negligencia disfrazada de rutina y normalidad.