Franco Parisi se instala como el outsider que desafía el duopolio político chileno: ¿un candidato para la gente o un síntoma de la crisis democrática?

Franco Parisi se instala como el outsider que desafía el duopolio político chileno: ¿un candidato para la gente o un síntoma de la crisis democrática?
Actualidad
Política
2025-11-17
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- Ascenso imprevisto de un candidato que no proviene de la política tradicional.

- Polarización y rechazo a los extremos, con un discurso que busca trascender el binomio “facho-comunacho”.

- Dudas y tensiones internas en su propio partido y en el sistema político sobre su viabilidad y estilo.

Un outsider en la arena presidencial

Franco Parisi, economista con formación internacional y una carrera profesional alejada del aparato político tradicional, ha emergido en 2025 como un actor clave en la contienda presidencial chilena. Su campaña, anclada en un discurso que rechaza la polarización entre “fachos” y “comunachos”, ha calado en un electorado fatigado por la clase política tradicional, reflejando un malestar social profundo y una demanda de renovación.

Desde septiembre, Parisi ha protagonizado debates, ha lanzado mensajes directos y ha utilizado las redes sociales para construir una imagen de candidato cercano a la gente común y trabajadora, con propuestas claras como la reducción de sueldos públicos y una política firme contra la inseguridad. Su discurso ha sido repetidamente marcado por la crítica a la élite política y económica, con un llamado explícito a superar las divisiones ideológicas que, según él, han paralizado al país.

Tensiones internas y cuestionamientos

Sin embargo, su ascenso no ha estado exento de controversias. La fractura de su bancada parlamentaria, que perdió a todos sus diputados electos en 2021, ha puesto en tela de juicio su capacidad para construir un equipo político sólido y cohesionado. Parisi mismo ha reconocido errores en la gestión de su partido, atribuyendo la dispersión a la falta de compromiso de algunos legisladores y a su propia confianza excesiva.

Además, su estilo personalista y su retórica confrontacional lo han colocado en el centro de críticas tanto de sus adversarios como de sectores más moderados, que cuestionan su viabilidad como gobernante capaz de dialogar y construir mayorías.

Una campaña marcada por la desconfianza y la innovación

En el terreno electoral, Parisi ha desafiado las encuestas oficiales, denunciando manipulación y asegurando que su base real de apoyo está subestimada debido a un electorado que no responde a los sondeos tradicionales. Su apuesta por captar a votantes desencantados con el sistema político ha sido acompañada por una estrategia comunicacional activa en redes sociales, aunque también ha sido sancionado por realizar propaganda anticipada fuera de los plazos legales.

Su discurso ha logrado captar la atención de sectores que se sienten excluidos de las dinámicas políticas convencionales, pero también ha generado preocupación sobre la estabilidad institucional y el futuro del sistema democrático chileno.

Perspectivas divergentes: ¿renovación o riesgo?

Desde la derecha, algunos ven en Parisi una amenaza que podría fragmentar aún más el voto opositor, mientras que desde la izquierda se le considera un fenómeno populista que capitaliza el descontento sin ofrecer un proyecto claro de país.

Carola Canelo, académica y apoyadora del Partido de la Gente, destaca que “Parisi no es un apitutado político que haya vivido de la política como los otros candidatos”, resaltando su perfil profesional y su vínculo directo con la ciudadanía. En contraste, analistas políticos advierten que su liderazgo personalista y la falta de estructura partidaria sólida podrían limitar su capacidad para gobernar y sostener un proyecto político a largo plazo.

Verdades y consecuencias visibles

Lo que resulta innegable es que la irrupción de Franco Parisi refleja una crisis profunda en la confianza ciudadana hacia las instituciones y actores políticos tradicionales. Su discurso, que apela a la meritocracia, la reducción del gasto público y la seguridad, responde a demandas reales y urgentes, pero también pone sobre la mesa la fragilidad del sistema político chileno y la necesidad de repensar sus mecanismos de representación y gobernabilidad.

En definitiva, Parisi no solo compite por La Moneda, sino que representa un síntoma y un desafío para la democracia chilena: ¿será el vehículo para una renovación auténtica o un espejo de la fragmentación y la polarización que han marcado la última década? El desenlace de esta historia, más allá de las urnas, está aún por escribirse.