
El 3 de septiembre de 2025, el Ascensor de Gloria, uno de los funiculares más emblemáticos y turísticos de Lisboa, sufrió un descarrilamiento que dejó un saldo trágico de tres muertos y más de diez heridos. Este accidente no solo impactó a la capital portuguesa, sino que ha abierto una discusión profunda y compleja sobre la seguridad en el transporte público y la gestión de infraestructuras históricas en ciudades con alta afluencia turística.
El Ascensor de Gloria conecta la Plaza de los Restauradores con el Barrio Alto y el mirador de São Pedro de Alcântara, siendo un punto neurálgico para residentes y visitantes. Las imágenes difundidas en redes sociales mostraron el funicular destrozado al costado de la calle, con transeúntes atónitos ante la escena. Investigaciones posteriores revelaron que el sistema de frenos y los mecanismos de seguridad presentaban fallas crónicas que no fueron abordadas a tiempo.
Desde el punto de vista técnico, expertos consultados por medios portugueses señalaron que la infraestructura, aunque histórica y protegida, requería una modernización urgente para evitar riesgos. Sin embargo, la Administración Municipal de Lisboa priorizó la conservación estética y turística sobre la renovación funcional, una decisión que hoy se cuestiona con dureza.
"Este accidente es una tragedia que pudo haberse evitado con una gestión responsable y transparente", afirmó un representante del Sindicato de Trabajadores del Transporte, quien acusa al gobierno local de desatender la seguridad en favor del turismo.
Por otro lado, autoridades municipales defendieron la actuación, destacando que "se habían realizado mantenimientos periódicos y que el accidente responde a un fallo inesperado". No obstante, la presión social y mediática ha forzado la apertura de una investigación independiente para esclarecer responsabilidades.
La opinión pública se ha dividido: mientras algunos sectores exigen una revisión integral de los sistemas de transporte histórico y la implementación de protocolos más estrictos, otros advierten sobre el impacto económico que una paralización prolongada podría tener en el turismo y la actividad comercial local.
A más de dos meses del accidente, el funicular permanece fuera de servicio y las autoridades han anunciado planes para una modernización que combine seguridad y preservación patrimonial. Además, se ha fortalecido la inspección de otros medios de transporte similares en Portugal y en ciudades europeas con infraestructuras históricas.
Este episodio ha puesto en evidencia la tensión entre la conservación cultural y la seguridad pública, un dilema que no es exclusivo de Lisboa, sino que se replica en múltiples ciudades con patrimonio histórico activo. La tragedia del Ascensor de Gloria invita a reflexionar sobre la necesidad de políticas públicas que integren mantenimiento riguroso, transparencia y participación ciudadana para evitar que el recuerdo de esta desgracia se repita.
En definitiva, la historia del funicular descarrilado es un recordatorio doloroso de que la belleza y la tradición no pueden estar reñidas con la seguridad y la responsabilidad social.