
Un mapa desigual del consumo regional se ha consolidado en Chile durante 2025, con las ventas minoristas en Biobío y La Araucanía registrando retrocesos de 1,2% y 2,9% anual en septiembre, respectivamente, mientras que Valparaíso experimentó un aumento de 1,6% en el mismo período. Estos datos, proporcionados por la Cámara Nacional de Comercio (CNC), evidencian una realidad económica fragmentada que va más allá de las cifras superficiales.
"En el acumulado enero-septiembre, Valparaíso y La Araucanía continúan exhibiendo avances reales relevantes, mientras que Biobío se mantiene prácticamente estancado, evidenciando una demanda interna débil y un consumo que aún no logra consolidarse", explicó Bernardita Silva, gerente de Estudios de la CNC. Esta afirmación desnuda dos realidades: la persistente fragilidad económica en regiones tradicionalmente industriales y rurales, y la resiliencia de un centro urbano con mayor dinamismo comercial.
En Biobío, la desaceleración se asocia a factores estructurales como el estancamiento del empleo y la incertidumbre económica local, que limitan el poder adquisitivo. La Araucanía, marcada por tensiones sociales y menor inversión, refleja un consumo cauteloso que se traduce en menores ventas.
Por el contrario, Valparaíso ha capitalizado un entorno más favorable, con un sector servicios y comercio que se recuperan tras años de ajustes. Su cercanía a la Región Metropolitana y un turismo en alza han contribuido a sostener la actividad comercial.
El desglose por segmentos también aporta matices. Vestuario lideró el crecimiento con un alza anual de 11,5%, mientras que el calzado sufrió una caída del 5,7%. Los artefactos eléctricos mostraron un incremento del 6% en septiembre, cerrando con un crecimiento real anual de 7,2% en los primeros nueve meses.
En contraste, la línea tradicional de supermercados registró una contracción real anual de 2% en septiembre, aunque acumuló un alza de 1,5% en el periodo.
Estas variaciones reflejan cambios en las prioridades del consumidor y la influencia de factores estacionales y promocionales.
Desde el sector empresarial, se reconoce la complejidad del escenario. "El bajo dinamismo del empleo y la fragilidad de las expectativas seguirán siendo el gran desafío hacia adelante", advirtió Silva, anticipando que la recuperación será gradual y desigual.
Por su parte, comerciantes y consumidores en Biobío expresan preocupación por la falta de estímulos y la competencia creciente de canales digitales y grandes centros comerciales en otras regiones. En La Araucanía, la inseguridad y la falta de inversión pública son señaladas como factores que erosionan la confianza.
En Valparaíso, en tanto, comerciantes destacan la importancia de eventos culturales y turísticos para dinamizar el consumo, pero alertan sobre la necesidad de políticas que fortalezcan la infraestructura y el acceso al financiamiento.
Este contraste regional en las ventas minoristas no es un fenómeno aislado ni coyuntural. Más bien, pone de manifiesto desequilibrios estructurales en la economía chilena que requieren respuestas diferenciadas. La persistente debilidad en Biobío y La Araucanía sugiere que sin un impulso decidido en empleo, seguridad y desarrollo productivo, el consumo seguirá limitado.
Mientras tanto, el crecimiento en Valparaíso muestra que la combinación de factores urbanos, inversión y turismo puede generar espacios de recuperación y expansión comercial.
Para el conjunto del país, estos patrones implican que las políticas económicas y sociales deben ser sensibles a las realidades locales, evitando soluciones uniformes que no aborden las causas profundas de la desigualdad regional.
En suma, el mapa del consumo chileno en 2025 es un espejo que refleja tanto las heridas como las oportunidades del país, un desafío que exige atención, estrategia y compromiso para construir un desarrollo más equilibrado y sostenible.