
Chile, el país con mayor actividad sísmica del mundo, continúa experimentando una sucesión constante de temblores que, aunque en su mayoría imperceptibles para la población, recuerdan la fragilidad del territorio ante la dinámica de las placas tectónicas. Desde diciembre de 2024 hasta septiembre de 2025, el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile ha registrado decenas de movimientos sísmicos con magnitudes fluctuando entre 3.0 y 4.6, abarcando desde Arica hasta la región Metropolitana y el norte grande.
Esta realidad ha generado, por un lado, un sentido de normalización entre la ciudadanía, que convive con la idea de que "un temblor es parte del día a día". Sin embargo, la normalidad no significa ausencia de preocupación. Instituciones como el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) mantienen un esfuerzo constante para difundir recomendaciones claras y actualizadas sobre cómo actuar ante un sismo, evidenciando que la preparación es un proceso continuo y no un evento aislado.
"La educación y la cultura de prevención son las mejores herramientas que tenemos para enfrentar la amenaza sísmica", señala un experto en gestión de riesgos del Centro Sismológico Nacional. Sin embargo, esta visión no es unánime.
Desde sectores políticos y sociales, las críticas apuntan a la insuficiencia de las políticas públicas vigentes. Algunos alcaldes y gobernadores regionales denuncian falta de recursos y apoyo para fortalecer los sistemas de alerta y las infraestructuras resistentes. "No basta con informar qué hacer durante un temblor, necesitamos inversión real en prevención y en la resiliencia de nuestras ciudades", afirma una autoridad regional del norte del país.
Por otro lado, voces ciudadanas expresan un desgaste emocional y una sensación de fatiga ante la constante amenaza. Para muchos, la repetición de sismos, aunque menores, genera ansiedad y un sentimiento de vulnerabilidad que no siempre encuentra respuesta en las campañas oficiales.
Históricamente, Chile ha demostrado capacidad para aprender de sus tragedias sísmicas. Desde la creación del sistema de alta dirección pública hasta la Ley de Transparencia y el desarrollo de ChileCompra, el país ha avanzado en institucionalizar mecanismos para enfrentar riesgos. Sin embargo, los recientes movimientos sísmicos y la persistente percepción de vulnerabilidad han puesto en evidencia que la tarea está lejos de completarse.
La reciente actualización de recomendaciones por parte de Senapred incluye no solo pasos a seguir durante un terremoto, sino también estrategias para fortalecer la preparación a nivel comunitario y familiar, un reconocimiento tácito de que la gestión del riesgo debe ser integral y participativa.
En conclusión, la realidad sísmica chilena es una tragedia latente que convive con la cotidianidad. La tensión entre la normalización del fenómeno y la necesidad de una reacción activa y sostenida es el desafío principal que enfrenta la sociedad chilena hoy. La historia reciente y los datos científicos convergen en una verdad ineludible: la prevención y la preparación no pueden ser episodios aislados, sino un compromiso permanente de todos los actores sociales. El costo de la pasividad, como la memoria de 2010 nos recuerda, puede ser devastador.
2025-02-13