
Una promesa con ecos y desafíos
El 16 de noviembre de 2025, Evelyn Matthei, candidata presidencial de Chile Vamos, anunció que, en caso de llegar a La Moneda, el 11 de marzo estaría en la frontera con Arica y una semana después en Colchane para supervisar el control de las fronteras y fortalecer la seguridad. Esta declaración, que se produce a pocos meses del cambio de mando, ha abierto un debate que va más allá de una simple agenda de seguridad: pone en escena las tensiones políticas, las demandas sociales y el complejo escenario migratorio y de orden público que enfrenta Chile.
La visión de Matthei: orden y respeto institucional
Desde el cierre de su campaña en el Estadio Santa Laura, Matthei ha insistido en que devolver el respeto a Carabineros y a las Fuerzas Armadas será una prioridad. 'Vamos a devolverle el respeto a Carabineros y a nuestras Fuerzas Armadas', afirmó el 14 de noviembre, destacando la necesidad de que los chilenos puedan caminar tranquilos por las calles. Su propuesta se centra en un combate decidido al crimen organizado y en un control férreo de las fronteras, con la presencia activa de las fuerzas de seguridad.
Este enfoque ha encontrado respaldo en sectores conservadores que valoran la seguridad como base para la estabilidad social y económica. Sin embargo, también ha generado preocupación en voces que advierten que un énfasis excesivo en la militarización podría afectar derechos humanos y la convivencia en zonas fronterizas.
Apoyos y rupturas en la derecha
En el escenario político, la candidatura de Matthei ha tenido que navegar en aguas turbulentas. El apoyo público de José Piñera, hermano del expresidente Sebastián Piñera, hacia José Antonio Kast, un competidor en la derecha, evidenció las divisiones internas. Matthei minimizó esta distancia, afirmando que 'no eran demasiado cercanos el Presidente con José' y que cuenta con el respaldo de quienes están más próximos al exmandatario.
Esta fractura refleja una derecha fragmentada, donde las alianzas y liderazgos se disputan en medio de la campaña y el inminente gobierno. La política de seguridad, en este contexto, se convierte en un terreno de confrontación y de definición de prioridades.
La mirada desde el norte y la sociedad civil
En Arica y Colchane, las comunidades viven en carne propia los efectos de la migración irregular, la presión sobre servicios básicos y la inseguridad. El despliegue anunciado por Matthei implica una mayor presencia militar y policial, que para algunos es una esperanza de orden y para otros un riesgo de estigmatización y vulneración de derechos.
Organizaciones sociales y de derechos humanos han llamado a un enfoque equilibrado que combine seguridad con políticas integrales de inclusión y desarrollo regional. La tensión entre control y respeto a los derechos fundamentales está en el centro del debate.
Conclusiones y desafíos para el próximo gobierno
El compromiso de Matthei de estar presente en la frontera y fortalecer la seguridad es una promesa que refleja las preocupaciones de amplios sectores ciudadanos, pero también expone las dificultades para articular respuestas efectivas y respetuosas en un contexto complejo.
Las fracturas internas en la derecha y las demandas de la sociedad civil muestran que la seguridad no es un tema unívoco, sino un campo de disputa donde convergen intereses, valores y expectativas diversas.
A partir de los hechos y declaraciones verificadas, queda claro que el próximo gobierno enfrentará el desafío de equilibrar la necesidad de orden con el respeto a los derechos humanos y la integración social, especialmente en las regiones fronterizas.
El escenario está planteado: la seguridad será una prueba de fuego para la nueva administración, y su manejo definirá no solo la percepción ciudadana, sino también la cohesión política interna y la legitimidad del Estado en zonas clave del país.