Chile elige presidente en medio de polarización y descontento: La democracia en juego tras la era Boric

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Actualidad
Política
2025-11-17
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- Alta polarización con ocho candidatos que representan extremos ideológicos.

- Descontento social por inseguridad y economía, con baja aprobación al gobierno saliente.

- Voto obligatorio introduce incertidumbre sobre el comportamiento electoral.

Una jornada electoral que no solo define un nuevo presidente, sino que refleja la tensión profunda que atraviesa Chile tras cuatro años de gobierno de Gabriel Boric. El domingo 16 de noviembre de 2025, más de 15 millones de chilenos fueron convocados a las urnas para elegir presidente y renovar el Congreso. La elección se da en un contexto marcado por la desilusión con el oficialismo, la preocupación ciudadana por la seguridad y la economía, y un sistema de voto obligatorio que pone en juego la participación de sectores tradicionalmente ausentes.

El escenario: ocho candidatos, un país fragmentado

El tablero político exhibió una diversidad inédita: desde la comunista Jeannette Jara, heredera política de Boric y representante del oficialismo, hasta el ultraderechista José Antonio Kast, pasando por el libertario Johannes Kaiser y la histórica figura de Evelyn Matthei. Ningún candidato logró superar el 50% necesario para evitar segunda vuelta. La dispersión del voto es un reflejo de la fragmentación social y política que ha crecido en Chile, donde la polarización ideológica y afectiva alcanzó niveles récord según estudios académicos recientes.

“Este proceso electoral no es solo una competencia por el poder, sino un desafío para la arquitectura política del país,” señala Javier Aeloza, académico de la Universidad Andrés Bello.

Voces enfrentadas: ¿continuidad o cambio radical?

Desde la izquierda, la campaña de Jara apeló a consolidar los avances sociales y profundizar la democracia, aunque reconoció las limitaciones y frustraciones acumuladas. Michelle Bachelet, expresidenta y figura clave, afirmó que “cada candidato es distinto, no es nunca de continuidad”, subrayando la necesidad de unidad progresista pese a las críticas internas.

En contraste, Kast y Kaiser capitalizaron el malestar por la inseguridad creciente y la percepción de deterioro económico. La ultraderecha, aunque dividida, logró movilizar un electorado que demanda mano dura y reformas radicales en políticas públicas.

Evelyn Matthei, por su parte, representó a la derecha tradicional, enfrentando la emergencia de nuevos liderazgos y la pérdida de espacio político.

La ciudadanía, entre la obligación y la apatía

El voto obligatorio, implementado por primera vez en elecciones presidenciales, generó un aumento histórico en la participación, pero también incertidumbre sobre cómo se expresaría el electorado que no está acostumbrado a votar. Más de 38 mil excusas por no votar fueron presentadas, y las comisarías reportaron largas filas para justificar ausencias.

“El desafío es cómo estos nuevos votantes influirán en el resultado y en la legitimidad del proceso,” apunta Luz Araceli González, experta en relaciones internacionales.

Consecuencias visibles y aprendizajes

La primera vuelta dejó claro que Chile sigue dividido, con una ciudadanía que demanda respuestas urgentes en seguridad y economía, pero que también está cansada de la política tradicional y las promesas incumplidas. La baja aprobación al gobierno de Boric, que llegó con grandes expectativas y terminó con un 62% de desaprobación, marca un punto de inflexión.

La segunda vuelta, prevista para el 14 de diciembre, será un duelo entre la izquierda oficialista y la derecha radical, con un electorado que deberá decidir entre dos visiones antagónicas del país.

Este proceso pone en evidencia la complejidad de una democracia que, aunque consolidada, enfrenta tensiones y desafíos para construir acuerdos y gobernabilidad en un escenario fragmentado.

Lo que queda en claro

- La democracia chilena sigue activa, pero con signos de desgaste y polarización profunda.

- La seguridad y la economía son las preocupaciones prioritarias que condicionan la voluntad electoral.

- La participación obligatoria introduce nuevos actores y dinámicas en el voto, que aún están por analizarse a fondo.

- Los liderazgos emergentes y tradicionales se enfrentan en un coliseo político donde el público observa expectante el desenlace de una era y el inicio de otra.

Este es un momento para la reflexión crítica sobre el rumbo del país, más allá de la inmediatez de los resultados, para entender las causas y consecuencias de una elección que marcará la próxima década en Chile.

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_Fuentes: análisis de Plaza Pública Cadem, declaraciones de Michelle Bachelet, informes del Instituto Nacional de Estadísticas, entrevistas a expertos académicos y reportes de medios nacionales e internacionales._