
Un escenario de confrontación latente se ha desplegado en el corazón del oficialismo chileno, donde la campaña presidencial de Jeannette Jara enfrenta no solo a sus adversarios externos, sino a tensiones internas que amenazan con desbordar la cohesión del pacto “Unidad por Chile”. El 1 de septiembre de 2025, en Coyhaique, Jara hizo un llamado público a la responsabilidad tras una semana marcada por fuertes críticas de Lautaro Carmona, presidente del Partido Comunista, hacia el exministro de Hacienda Mario Marcel.
La raíz del conflicto se encuentra en la acusación de Carmona, quien en una entrevista señaló que Marcel “se hizo casi un dios del recurso por sobre la necesidad social”, apuntando a un estancamiento en la agenda social del gobierno de Gabriel Boric. Este señalamiento abrió una brecha visible entre los sectores más izquierdistas y los socialistas dentro de la coalición, evidenciando un “desgranamiento” tras la salida del exministro del Ejecutivo.
“Somos nueve partidos políticos distintos, tenemos algunas cosas en común, pero en otras nos diferenciamos, la idea es que esas diferencias no sean lo principal”, afirmó Jara, intentando contener la crisis y convocando a que cada actor sea un aporte y no una fuente de división. Sin embargo, la tensión quedó expuesta y la reunión con presidentes de partidos, aunque con espacios de sinceridad, no logró disolver las diferencias profundas.
Perspectivas encontradas emergen claramente: desde la izquierda comunista, la crítica a las políticas económicas es una demanda por mayor justicia social y cambios estructurales; desde el socialismo y sectores más moderados, la defensa de figuras como Marcel representa un apego a la estabilidad y continuidad en las reformas. Esta disputa no es solo un choque de egos, sino un reflejo de la complejidad de gobernar una coalición heterogénea en tiempos de incertidumbre.
El telón de fondo regional también aporta otra dimensión a esta historia. En Coyhaique, Jara no solo enfrentó las tensiones políticas, sino que presentó propuestas concretas para la Región de Aysén: fortalecer la conectividad, acelerar la ampliación del aeropuerto Balmaceda, mejorar la salud pública y regular la contaminación ambiental. Estas promesas buscan capitalizar un potencial turístico y social aún latente, con la intención de transformar la agenda local en un activo político para la campaña presidencial.
Pero estas medidas también abren interrogantes sobre la capacidad real de ejecución en un contexto de fracturas internas y limitaciones presupuestarias. La demora en proyectos clave y la necesidad de acelerar inversiones públicas reflejan no solo desafíos técnicos, sino también políticos.
¿Qué se puede concluir hasta ahora? La campaña de Jeannette Jara es un microcosmos de las dificultades que enfrentan las coaliciones amplias y diversas en Chile. Las tensiones internas no solo amenazan con debilitar la candidatura, sino que ponen en evidencia la dificultad de articular una narrativa común que responda a demandas sociales urgentes sin fracturar el bloque político.
La verdad es que mientras exista esta disonancia, la unidad será un frágil equilibrio, sostenido por llamados a la responsabilidad que, aunque necesarios, podrían no ser suficientes para evitar futuras rupturas. En este escenario, la mirada crítica y plural es esencial para comprender que la política chilena sigue siendo un terreno en disputa, donde la tragedia ajena se convierte en espectáculo y aprendizaje para quienes observan desde la distancia.
Fuentes: La Tercera, Radio Nuevo Mundo.