
Afganistán vive una tragedia que se despliega en múltiples frentes y que, cuatro semanas después del devastador terremoto, sigue mostrando la crudeza de un país atrapado entre un régimen autoritario y un entorno geográfico implacable.
El 31 de agosto de 2025, un sismo de magnitud 6.0 sacudió el este afgano, con epicentro en Jalalabad, dejando a su paso más de 800 muertos y cerca de 3.000 heridos, según cifras preliminares de Naciones Unidas. La profundidad superficial del terremoto —solo 8 kilómetros— multiplicó la fuerza destructiva, derribando hasta el 95% de las viviendas en algunas aldeas rurales.
Pero esta tragedia natural se entrelaza con una tragedia social: las mujeres afganas son las principales víctimas silenciosas. La imposición del régimen talibán, que restringe severamente sus movimientos, educación y acceso a la salud, ha dejado a miles sin atención médica adecuada. Médicos varones no pueden atenderlas por prohibición religiosa, y la escasez de personal femenino —que no puede formarse ni trabajar— agrava la crisis.
"Las mujeres y las niñas están pagando el precio más alto de la crisis, como siempre. Necesitamos que los trabajadores humanitarios puedan llegar hasta ellas, hablarles y distribuirles artículos de primera necesidad", declaró Deepmala Mahla, de la ONG Care.
En paralelo, el 30 de septiembre, los talibanes ordenaron un apagón total de internet y telecomunicaciones que dejó incomunicadas a más de 43 millones de personas. El corte afectó fibra óptica y redes móviles, paralizando no solo la comunicación sino también servicios esenciales como el sistema bancario y el aeropuerto internacional de Kabul, que suspendió operaciones.
Este apagón, que el régimen justificó con el argumento de combatir "actividades inmorales", ha sido interpretado por organizaciones de la sociedad civil como un acto deliberado de aislamiento y censura. "Es un ataque a la vida, la dignidad y la supervivencia", denunció el Afghan Women Activists Coordinating Body (AWACB).
Desde distintas regiones y sectores, las voces se dividen y chocan en este escenario de tragedia y represión:
- Desde el régimen talibán, se insiste en la necesidad de controlar el acceso a la información y mantener el orden según su interpretación religiosa, sin ofrecer soluciones concretas para la crisis humanitaria.
- Organizaciones internacionales y activistas, llaman a la comunidad global a presionar para restablecer las comunicaciones y proteger a las mujeres, denunciando la instrumentalización de la tecnología para el control social.
- La población local, atrapada entre el miedo y la desesperación, sufre la doble condena del desastre natural y la opresión política. En zonas remotas, el acceso a ayuda es limitado o nulo, y la reconstrucción parece un horizonte lejano.
Este escenario se agrava por la geografía y la historia del país. Afganistán se encuentra sobre la convergencia de las placas tectónicas de India y Eurasia, en la cordillera Alpino-himalaya, una de las zonas más activas sísmicamente del mundo. Además, la pobreza endémica y las décadas de conflicto han dejado una infraestructura precaria y un Estado incapaz de responder eficazmente a desastres de esta magnitud.
"La población afgana no está protegida por las edificaciones en las que viven", explica Jessica Irving, profesora de sismología. Las casas de adobe y piedra sin refuerzo colapsan fácilmente, multiplicando las víctimas.
El aislamiento internacional del régimen talibán dificulta aún más la llegada de ayuda humanitaria, mientras las restricciones internas limitan la movilidad y el acceso a la educación y salud, especialmente para las mujeres.
En conclusión, Afganistán no solo enfrenta un desastre natural, sino una trampa mortal construida por la combinación de una geografía hostil, un régimen autoritario y décadas de abandono social y político.
Las mujeres, relegadas a la oscuridad y el silencio, simbolizan la tragedia más profunda: la negación sistemática de derechos básicos que agrava el sufrimiento y limita cualquier posibilidad de recuperación. Mientras el mundo observa, la pregunta que queda es si la comunidad internacional logrará romper este aislamiento y brindar una respuesta que no solo atienda la emergencia, sino que también desafíe las estructuras que mantienen a Afganistán en esta prisión invisible.
---
Fuentes:
- Agencia EFE
- BBC News Mundo
- EL PAÍS
- BioBioChile
- Naciones Unidas (OCHA)
- Afghan Women Activists Coordinating Body (AWACB)
- ONG Care
2025-10-01