
En los meses posteriores a la propuesta inicial de recortes por US$6.000 millones en un plazo de 18 meses, presentada por el candidato José Antonio Kast, el escenario político en la derecha chilena ha exhibido una disputa que trasciende la simple disputa electoral para adentrarse en las complejidades técnicas y estratégicas del manejo económico.
A fines de agosto de 2025, Gonzalo Sanhueza, vocero económico del comando de Evelyn Matthei, declaró públicamente que los números presentados por Kast "no nos dan" y exigió explicaciones detalladas sobre cómo se lograrían dichos recortes. Esta crítica no solo puso en evidencia una falta de consenso técnico dentro del sector, sino que también abrió un debate sobre la coherencia y credibilidad de las propuestas económicas en plena campaña.
Desde la perspectiva del equipo de Matthei, el desacuerdo radica en la ausencia de una metodología clara y factible para alcanzar las cifras anunciadas. Sanhueza enfatizó que "no basta con titulares, necesitamos bajadas concretas", sugiriendo que el programa de Kast carece de un sustento riguroso que permita su implementación efectiva.
Por otro lado, el comando de Kast ha defendido la propuesta como un imperativo para corregir el rumbo fiscal y promover un crecimiento sostenible, apuntando a que los recortes son posibles mediante una reestructuración profunda del gasto público y la eliminación de gastos superfluos. Sin embargo, las respuestas técnicas han sido consideradas insuficientes por sus críticos, generando una brecha que pone en jaque la unidad del bloque conservador.
Este desencuentro se ha reflejado en la opinión pública, donde sectores ciudadanos y expertos económicos han manifestado incertidumbre y desconfianza, cuestionando la viabilidad de las promesas y el impacto social de los recortes. Algunos analistas advierten que la falta de acuerdo interno podría debilitar la capacidad de gobernabilidad de la derecha en caso de acceder al poder, mientras otros lo ven como una oportunidad para un debate más profundo sobre las prioridades fiscales del país.
A nivel regional, la división también se ha percibido en las bases partidarias, donde militantes y dirigentes expresan inquietudes sobre la coherencia programática y la representación de intereses diversos dentro del sector.
Como señaló la economista María Fernández en un análisis para La Tercera, "este pulso no solo es un choque de cifras, sino un reflejo de las tensiones ideológicas y estratégicas que atraviesan a la derecha chilena en un momento crucial".
En conclusión, la disputa entre Matthei y Kast sobre los recortes económicos no es un simple desacuerdo técnico, sino una ventana a las complejidades internas de un sector político que enfrenta desafíos para presentar una propuesta unificada y creíble. La falta de claridad en los mecanismos para alcanzar los objetivos fiscales anunciados genera incertidumbre tanto en la ciudadanía como en los actores políticos, condicionando el futuro debate sobre políticas públicas y la estabilidad del escenario electoral.
La verdad que emerge hasta ahora es que, sin una explicación detallada y consensuada, los recortes de US$6.000 millones en 18 meses permanecen como una promesa más que una propuesta concreta, y el desafío para la derecha será traducir estas cifras en políticas viables que puedan sostenerse en el tiempo y en la diversidad interna del sector.