Una batalla que se cocina a fuego lento. Más allá de la algarabía y el ruido inmediato que suelen envolver las campañas presidenciales, la pugna entre Evelyn Matthei y José Antonio Kast se ha ido consolidando con un ritmo propio, marcado por desencuentros que no solo definen candidaturas sino que también la identidad y el rumbo de la derecha chilena. Desde agosto de 2025, cuando ambos comandos comenzaron a desplegar sus estrategias, hasta hoy, 17 de noviembre, la tensión se ha traducido en episodios que revelan un choque profundo y sin concesiones.
El primer gran capítulo fue la propuesta de Kast de eliminar el préstamo estatal en la reforma previsional, conocida como "Chao Préstamo". Mientras el abanderado republicano apostó a esta medida como bandera, Matthei la desestimó públicamente, calificándola de inviable y un error de financiamiento. Esta diferencia no solo marcó una línea divisoria entre ambos, sino que evidenció la fractura que atraviesa a Chile Vamos, donde Matthei busca consolidar su base en la derecha moderada y centro, y Kast moviliza a la derecha dura.
“Con todo respeto, no hay cómo hacerlo. No hay quién lo financie”, dijo Matthei, mientras en el comando de Kast se interpretó la crítica como un ataque directo a la coalición oficialista.
Otro eje de confrontación es el manejo del legado del golpe de Estado de 1973, un tema que sigue siendo un talón de Aquiles para la derecha. Kast ha mantenido una postura que muchos califican como revisionista, defendiendo en ocasiones el rol de las Fuerzas Armadas y visitando incluso a figuras emblemáticas del régimen. Por el contrario, Matthei intenta navegar entre la defensa de su historia política y el rechazo a las posiciones más extremas, aunque sin lograr despegarse completamente de la polémica.
En septiembre, a pocos días de la conmemoración del 11 de septiembre, el primer debate presidencial incluyó este tema como punto central, poniendo a ambos candidatos en el centro del escrutinio público.
“Para mí no era una dictadura, porque las dictaduras se perpetúan en el poder, el gobierno fue dictatorial y terminó”, afirmó Juan Sutil, influyente figura en el comando de Matthei, reavivando la polémica.
La campaña también ha estado marcada por la circulación de bots y desinformación, especialmente dirigida hacia Matthei, acusada de sufrir ataques que cuestionaban su salud mental. La exalcaldesa denunció públicamente estas prácticas, apuntando directamente a sectores vinculados a Kast.
“Creo que todo tiene su límite… Que te alteren un video haciéndote parecer perdida o con Alzheimer, creo que sobrepasaron cualquier límite de la decencia”, declaró en TVN.
Este episodio no solo refleja la tensión interna, sino que también reabre el debate sobre los límites éticos en campañas políticas en Chile.
Ambos comandos han reforzado sus equipos con figuras provenientes de Chile Vamos, buscando ampliar su base y proyectar gobernabilidad. Kast ha logrado incorporar economistas y exministros ligados a la coalición, mientras que Matthei apuesta por un modelo gerencial con metas claras y control de daños, buscando evitar más polémicas que puedan afectar su imagen.
La inscripción de listas parlamentarias y la preparación para la campaña territorial que comenzó el 17 de septiembre marcan un punto de inflexión en la contienda, donde cada espacio ganado o perdido puede ser decisivo.
Dentro de Chile Vamos, las opiniones son encontradas. Algunos ven la confrontación como necesaria para marcar diferencias y captar votantes indecisos, mientras otros advierten que la fractura puede debilitar a la derecha frente a otros bloques políticos.
“Cuando Kast dice que el enemigo está al frente, estas actitudes demuestran que no es así”, señala un integrante del comando Matthei.
Por su parte, sectores republicanos sostienen que la prioridad es avanzar sin distraerse en temas valóricos que podrían restar votos.
La contienda entre Matthei y Kast no es solo una disputa electoral; es un reflejo de la complejidad de la derecha chilena en 2025. La tensión entre la moderación y la radicalización, el manejo del legado histórico y las estrategias de campaña configuran un escenario que no solo definirá la elección presidencial, sino también el futuro político del sector.
A pocos días del inicio formal de la campaña y con las Fiestas Patrias como telón de fondo, la derecha enfrenta un desafío que va más allá de las urnas: reconciliar sus diferencias internas para construir una alternativa viable o arriesgarse a fragmentarse en el proceso.
El lector queda así frente a un espectáculo donde los protagonistas se baten en duelo, con sus heridas y fortalezas a la vista, mientras el país observa expectante, consciente de que las decisiones que aquí se toman resonarán en la política chilena por años.