
Un pulso en el corazón del oficialismo ha marcado las últimas semanas de la campaña presidencial en Chile. Desde finales de agosto, las declaraciones del presidente del Partido Comunista (PC), Lautaro Carmona, han generado una crisis interna que pone en entredicho el liderazgo de Jeannette Jara, candidata presidencial del propio PC. Este enfrentamiento no es un simple rifirrafe de pasillo, sino un choque frontal que ha capturado la atención de la opinión pública y los actores políticos, revelando las tensiones que subyacen en el pacto oficialista.
El senador Pedro Araya (PPD), en una entrevista con Cooperativa el 30 de agosto, fue categórico al señalar que "pareciera que Lautaro Carmona y algunos dirigentes del PC no tienen ningún interés de que Jeannette Jara gane la elección presidencial". Esta afirmación, que no solo denuncia una falta de apoyo sino una posible sabotaje interno, se ha convertido en un punto de inflexión para la campaña.
Desde el ala crítica del PC, representada por Carmona, se ha argumentado que las discrepancias surgen de diferencias profundas sobre la dirección política y las prioridades del partido, que podrían estar en tensión con la imagen y propuestas de Jara. "Es necesario replantear el liderazgo y el mensaje para conectar mejor con las bases y el electorado", han señalado dirigentes cercanos a Carmona.
Por otro lado, sectores aliados y parte de la ciudadanía observan estas disputas como un desgaste innecesario que distrae del debate programático y debilita la percepción de unidad del oficialismo. El senador Araya enfatizó que "estas polémicas no ayudan a la candidata ni al pacto, y deben resolverse internamente para que la campaña pueda enfocarse en lo que realmente importa: las propuestas para Chile".
En regiones, donde la campaña buscaba consolidar apoyos, la disputa ha generado incertidumbre. Líderes territoriales del pacto oficialista han expresado preocupación por la pérdida de confianza en el PC como garante de cohesión. A nivel social, la ciudadanía más crítica ha interpretado estos desencuentros como un reflejo de la dificultad para construir un liderazgo sólido que pueda enfrentar los desafíos nacionales.
A casi tres meses del inicio de esta crisis interna, la candidatura de Jeannette Jara enfrenta un escenario complejo donde la unidad del pacto oficialista está en cuestión. La disputa no solo evidencia las dificultades de cohesión política en un contexto electoral polarizado, sino que también pone sobre la mesa la necesidad de diálogo y acuerdos profundos dentro de los partidos para evitar que las luchas internas terminen por minar las opciones electorales.
La responsabilidad de resolver estas tensiones recae principalmente en el PC y en la propia Jara, quien debe equilibrar la legitimidad de las críticas con la urgencia de proyectar un liderazgo integrador y efectivo. El desenlace de este conflicto marcará no solo el futuro de la campaña presidencial, sino también la dinámica interna del oficialismo chileno en los años venideros.
Este episodio es un recordatorio de que las disputas políticas internas, lejos de ser simples escaramuzas, pueden tener consecuencias profundas y duraderas en la gobernabilidad y en la confianza ciudadana.