
Entre el martes 18 y el jueves 20 de noviembre, Latam anunció nuevas cancelaciones de vuelos como consecuencia de la huelga de pilotos que se inició el 12 de noviembre, un conflicto que ha puesto en jaque la operación de la aerolínea más grande de América Latina. Esta paralización no es un episodio aislado, sino la culminación de un enfrentamiento que revela tensiones profundas entre la empresa y sus trabajadores, con repercusiones que se extienden más allá del simple trastorno para los pasajeros.
El origen de esta huelga se remonta a las condiciones laborales que los pilotos tenían antes de la crisis sanitaria global. Durante la pandemia, Latam aplicó rebajas salariales y ajustes contractuales que, para el Sindicato de Pilotos de LATAM (SPL), resultaron injustificados a la luz de los recientes informes financieros que evidencian un crecimiento sostenido de las ganancias de la empresa. 'Todavía no se han cumplido las condiciones para un acuerdo', declararon desde el SPL, dejando claro que la huelga no tiene fecha definida para su término.
Por su parte, la aerolínea ha optado por un manejo comunicacional que prioriza la información directa a los pasajeros afectados, sin entregar cifras exactas sobre el número de vuelos cancelados o usuarios perjudicados. 'Como medida preventiva, recomendamos revisar el estado de tu vuelo en nuestra sección Mis viajes', aconsejaron, intentando contener el impacto en su imagen pública.
Desde la óptica empresarial, la salida del capítulo 11 de la ley estadounidense de protección de quiebras a fines de 2022 marcó un hito de recuperación tras la crisis del Covid-19. La administración sostiene que la aerolínea mantiene una posición privilegiada en la aviación mundial y que las medidas adoptadas fueron necesarias para sobrevivir a la pandemia.
En contraste, el sindicato sostiene que este crecimiento no se ha traducido en mejoras para los pilotos, quienes exigen recuperar las condiciones previas a la rebaja extraordinaria. Este desencuentro exhibe la tensión clásica entre la rentabilidad corporativa y la justicia laboral, con un escenario donde los pasajeros y la conectividad regional quedan en medio del fuego cruzado.
Las cancelaciones afectan no solo a pasajeros domésticos, sino también a conexiones internacionales que son vitales para el comercio y la movilidad en América Latina. La paralización prolongada pone en evidencia la fragilidad de un sistema aéreo dependiente de acuerdos laborales estables y la necesidad de diálogo efectivo.
Desde distintas regiones y sectores sociales, las voces se dividen: algunos manifiestan solidaridad con los pilotos y su lucha por condiciones dignas, mientras otros critican la huelga por el perjuicio directo que genera a usuarios y a la economía.
Este conflicto ha expuesto las grietas en la relación entre Latam y sus pilotos, donde la recuperación económica no ha significado una redistribución equitativa de beneficios. La huelga, lejos de ser un simple episodio laboral, desnuda tensiones estructurales en el modelo de gestión de las grandes empresas en Chile y la región.
Además, pone en evidencia la necesidad de un diálogo más transparente y efectivo para evitar que las disputas se traduzcan en crisis que afectan a terceros, como los pasajeros y la conectividad regional. Por último, el caso Latam es un recordatorio de que la recuperación post-pandemia es un proceso complejo y desigual, donde las ganancias corporativas y los derechos laborales deben encontrar un equilibrio aún pendiente.
Fuentes: Cooperativa.cl, declaraciones del Sindicato de Pilotos de LATAM (SPL), informes financieros de Latam Airlines.