La transformación del cine: más público, menos salas y un futuro incierto en Chile y el mundo

La transformación del cine: más público, menos salas y un futuro incierto en Chile y el mundo
Cultura
Cine y Sociedad
2025-11-17
Fuentes
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- Incremento del consumo audiovisual en casa frente a un declive sostenido en la asistencia a salas.

- Cierre progresivo de salas independientes y concentración en complejos multinivel.

- Iniciativas culturales y tecnológicas que buscan nuevas formas de conectar con audiencias diversas.

Un cambio irreversible en el modo de ver cine está en marcha, y Chile no es ajeno a esta transformación global que ya se ha manifestado con claridad en Europa y América Latina. En 2024, España registró la asistencia más baja a salas desde que se tiene registro, con apenas 1,5 visitas por habitante al año, mientras que el consumo audiovisual en el hogar alcanzó niveles históricos, con más del 60% de la población viendo películas semanalmente en plataformas digitales. Este fenómeno, que combina una sobredosis de producción audiovisual con una crisis estructural del modelo tradicional de exhibición, plantea preguntas urgentes sobre el futuro de las salas de cine y la experiencia colectiva que representan.

El colapso de la sala y la emergencia del hogar

La caída en la asistencia a las salas de cine no es solo un fenómeno local ni pasajero: en países como Francia, Italia y México se observa una tendencia similar, con descensos que en Francia acumulan nueve meses consecutivos y pérdidas millonarias en recaudación. En Chile, aunque los datos específicos son aún parciales, la reducción en el número de salas independientes y el cierre de múltiples complejos sugieren un patrón coincidente. La principal causa, según estudios recientes, no es el desinterés por el cine, sino cambios en hábitos culturales: la falta de tiempo y el costo de la entrada son los principales obstáculos, pero también la comodidad y accesibilidad de ver películas en casa, en dispositivos personales o colectivos.

“La brecha ya no está entre regiones, sino entre quienes tienen acceso a la energía y la conectividad para consumir contenido audiovisual y quienes no”, señala Ximena Gutiérrez, gestora cultural vinculada a proyectos de cine comunitario en zonas rurales y periféricas. Esta realidad ha impulsado iniciativas innovadoras, como PeliSolar en la Amazonia peruana, que lleva cine a comunidades sin electricidad mediante proyección alimentada por paneles solares sobre una camioneta, combinando tecnología sostenible y cultura popular.

Concentración y exclusión: el ocaso de las salas independientes

En España, en solo un año desaparecieron 39 salas independientes, reduciendo el total a cifras no vistas en una década, mientras que los complejos de múltiples salas en centros comerciales dominan la oferta y concentran al 90% de los espectadores. Esta concentración implica no solo una pérdida de diversidad en la oferta cultural, sino también un cambio en la experiencia social del cine, que se vuelve más homogénea y orientada a grandes producciones comerciales.

Para Álvaro Postigo, presidente de la Federación de Cines de España, la crisis no es solo económica sino estratégica: “Nos tenemos que olvidar de vender 100 millones de entradas al año. Se acabó. Nos quedaremos en 75 o 80 millones. Y si Netflix compra Warner-HBO, la concentración será aún peor”. La compra y fusión de grandes estudios y plataformas digitales amenaza con reducir la pluralidad de voces y contenidos, afectando también a la exhibición tradicional.

La paradoja de la abundancia y el exceso de oferta

El aumento exponencial de producciones —con miles de estrenos anuales, especialmente en plataformas digitales— genera una saturación que las salas no pueden absorber. En España, por ejemplo, más de 2.600 películas se exhibieron en 2023, la cifra más alta desde 1989, pero con una audiencia concentrada en un puñado de títulos. Esto deja a muchas películas, especialmente de autor o producciones latinoamericanas, en la periferia del mercado y la atención pública.

“Hay una sobredosis de producción provocada por ayudas y demanda en plataformas, pero los cines no pueden asumir todos esos estrenos ni las distribuidoras lanzarlos adecuadamente”, explica Postigo. En Chile, esta realidad se refleja en la escasa presencia de cine local en salas comerciales y en la necesidad de circuitos alternativos y festivales para visibilizar producciones emergentes.

Voces disonantes y experiencias locales: el cine como herramienta social

En medio de esta crisis, surgen iniciativas que buscan revalorizar el cine como espacio de encuentro y reflexión. El Festival Internacional de Cine LGBTIQ+ organizado por Movilh en Chile, por ejemplo, ha destacado producciones europeas y locales que abordan con sensibilidad temas de diversidad y derechos humanos, generando espacios de diálogo y visibilidad para comunidades históricamente marginadas.

Por otro lado, ciclos de cine temáticos, como el ciclo de cine británico de Cine UC, ofrecen a la comunidad acceso gratuito a obras clásicas y contemporáneas, fortaleciendo la cultura cinematográfica y la educación audiovisual. Estas propuestas evidencian que el cine sigue siendo un vehículo potente para la construcción de identidad y memoria colectiva.

Constataciones y desafíos para el futuro

El cine está en un punto de inflexión. La experiencia colectiva de la sala se enfrenta a la comodidad y ubicuidad del consumo digital. La concentración de la industria y la saturación del mercado amenazan la diversidad cultural y la sostenibilidad de los espacios independientes. Sin embargo, la persistencia del interés por el cine, reflejada en la alta frecuencia de consumo audiovisual en el hogar y en iniciativas culturales innovadoras, indica que el cine no desaparece sino que se transforma.

Es necesario repensar el modelo de exhibición, fomentar políticas públicas que apoyen a las salas independientes y promover una diversidad equilibrada entre producciones comerciales y autorales. También es crucial ampliar el acceso equitativo a la cultura audiovisual, especialmente en zonas rurales y desfavorecidas, donde proyectos como PeliSolar demuestran que la tecnología y la creatividad pueden abrir caminos.

En definitiva, el desafío es mantener vivo el cine como experiencia cultural plural y accesible, capaz de dialogar con los tiempos y las audiencias sin perder su esencia como forma de arte y espacio de encuentro social.