
La campaña presidencial de José Antonio Kast ha experimentado un cambio notable en su dinámica familiar y discursiva, evidenciando un repliegue estratégico que busca mantener el primer lugar en las preferencias electorales sin abrir flancos polémicos.
Desde agosto de 2025, María Pía Adriasola, esposa del candidato y figura clave en campañas anteriores, ha reducido su exposición pública y evitado abordar temas valóricos que en el pasado generaron controversia. Su labor se ha centrado en el trabajo en terreno, acompañando a Kast en actividades en regiones como Antofagasta, pero sin protagonismo mediático ni debates programáticos.
Esta decisión contrasta con sus intervenciones pasadas, cuando defendió posturas firmes sobre educación sexual, aborto y derechos de género, temas que ahora han sido excluidos del discurso oficial del Partido Republicano. "No vamos a entrar en ningún debate que nos distraiga de las urgencias", ha reiterado el propio Kast, buscando enfocar la campaña en propuestas sociales y económicas.
El repliegue de Adriasola responde a una estrategia que busca evitar los errores del pasado. En 2017 y 2021, su presencia en medios y defensa de temas polémicos alimentó críticas que complicaron la imagen del candidato. Hoy, su rol se limita a la difusión de propuestas sociales en sectores populares, apoyada por estructuras internas como Acción Republicana y Pro Mujeres Chile.
Paralelamente, la campaña ha incorporado a José Antonio Kast Adriasola, el hijo mayor del candidato, como una figura relevante en la lista parlamentaria, especialmente en el distrito 10. Esta decisión, tomada tras meses de debate interno, ha generado críticas por presunto nepotismo, incluso dentro de la coalición de centroderecha, debido a la contradicción con declaraciones previas del propio Kast contra las "dinastías políticas".
El candidato salió a defender la candidatura de su hijo, argumentando que se trata de una persona con vocación política genuina y trayectoria desde la juventud. Sin embargo, esta jugada ha abierto un nuevo flanco que tensiona la narrativa de renovación y limpieza que el republicano intenta proyectar.
Desde distintos sectores políticos, las opiniones divergen claramente:
- Oficialismo y coalición de centroderecha: valoran la cautela y el enfoque en lo social, pero algunos advierten que la inclusión del hijo podría afectar la percepción ciudadana y abrir grietas internas.
- Oposición: critica la falta de coherencia en el discurso anti-pitutocracia y cuestiona la estrategia de evitar debates valóricos, argumentando que el electorado merece claridad en temas fundamentales.
- Voces ciudadanas y académicas: destacan que el repliegue familiar y la focalización en terreno reflejan una campaña más profesionalizada y menos emocional, aunque advierten que la exclusión de debates sobre derechos puede limitar la profundidad del diálogo político.
En términos históricos, esta evolución marca un alejamiento respecto a las campañas anteriores, donde la familia Kast ejercía un rol más visible y polarizador. La apuesta actual es por una narrativa más mesurada, que prioriza la gestión y la cercanía territorial sobre la confrontación ideológica.
Tras meses de campaña, la estrategia ha logrado sostener a Kast en el primer lugar de las encuestas, aunque con un electorado más dividido y expectante sobre cómo se abordarán temas sensibles en el futuro.
En conclusión, la campaña 3.0 de José Antonio Kast representa un giro táctico que busca equilibrar la imagen pública del candidato, minimizando riesgos y potenciando un discurso socialmente más aceptable. Sin embargo, las contradicciones internas y la inclusión de su hijo en la política activa plantean desafíos que podrían impactar la cohesión del proyecto y la percepción ciudadana en las semanas previas a la elección.
2025-11-11