
La batalla interna que sacude al Partido Comunista (PC) y su efecto en la candidatura presidencial de Jeannette Jara ha dejado al descubierto un choque de visiones que podría marcar el rumbo de la izquierda chilena para los próximos años.
Desde su contundente triunfo en las primarias oficialistas de junio de 2025, Jara logró posicionarse como una candidata con posibilidades reales, incluso liderando algunas encuestas. Sin embargo, su campaña ha entrado en un estancamiento visible durante los últimos meses. La razón, más allá de errores propios en la comunicación y matices en su programa, radica en una pugna interna que ha escalado hasta el punto de convertirse en un enfrentamiento público con la cúpula de su propio partido.
El Partido Comunista, a través de su presidente Lautaro Carmona, ha lanzado duras críticas contra figuras clave del gobierno, como el exministro de Hacienda Mario Marcel, acusándolo de priorizar la estabilidad fiscal por sobre las demandas sociales. Estas declaraciones no solo generaron indignación en sectores del Socialismo Democrático, sino que también tensionaron la coalición oficialista y evidenciaron una fractura profunda.
"No comparto en absoluto", dijo Jara al responder a las críticas internas, mostrando su molestia ante la estrategia del PC. Por su parte, miembros del gabinete y dirigentes de la coalición han pedido mantener la unidad y la templanza, conscientes de que esta disputa podría afectar no solo la campaña presidencial, sino la gobernabilidad futura.
Desde la perspectiva del PC, la candidatura de Jara ha perdido viabilidad para ganar las elecciones, por lo que la prioridad se ha desplazado hacia asegurar el triunfo de su lista parlamentaria. Esto ha llevado a un retorno a posturas más radicalizadas, distanciándose del giro moderado que Jara intenta representar.
Esta dinámica ha generado disonancia cognitiva entre los votantes y militantes: una candidata que busca avanzar hacia la socialdemocracia, mientras su partido se aferra a sus dogmas históricos. La paradoja se agrava porque Jara no ha abandonado su militancia en el PC, lo que anticipa un eventual gobierno con tensiones internas difíciles de gestionar.
Las consecuencias prácticas se reflejan en la erosión de dos atributos fundamentales para Jara: su liderazgo dentro de la izquierda y la credibilidad de su giro hacia el centro político. Las encuestas reflejan esta pérdida de impulso, mientras la campaña se enreda en disputas que distraen de los temas programáticos.
Desde una mirada regional, la fractura también ha encendido alarmas en las bases territoriales del PC, donde sectores más radicalizados celebran la reafirmación de principios, mientras otros, que apoyaban a Jara, muestran preocupación por la capacidad de unidad y gobernabilidad.
En suma, este episodio no solo es un choque de egos o estrategias electorales, sino una representación de la tensión histórica en la izquierda chilena entre radicalismo y moderación. La disputa en torno a Jeannette Jara y el PC es, en definitiva, un espejo de las complejidades que enfrentan los bloques políticos para adaptarse a un electorado que demanda cambios profundos, pero también estabilidad y coherencia.
Lo que está en juego no es solo una candidatura presidencial, sino el futuro del proyecto político de la izquierda en Chile y su capacidad para construir consensos duraderos más allá de las urgencias electorales. La batalla continúa, y sus resultados definirán si la izquierda logra superar sus divisiones internas o si estas abrirán una brecha irreversible en su camino.
Fuentes: análisis de La Tercera (29-08-2025), entrevistas con dirigentes políticos y datos de encuestas electorales recientes.
2025-11-05