
En el marco de las celebraciones de Fiestas Patrias 2025, la Región Metropolitana fue escenario de un operativo sanitario que dejó al descubierto un problema recurrente y complejo: la venta y consumo de carne en mal estado. Más de 100 fiscalizaciones realizadas desde agosto y 1.5 toneladas de carne decomisada no solo evidencian la magnitud del desafío, sino que también abren un debate sobre la relación entre las autoridades, el comercio local y la ciudadanía.
La Seremi de Salud Metropolitana, liderada por Gonzalo Soto, desplegó un plan especial que contempló inspecciones en carnicerías, ferias libres y supermercados, espacios tradicionales para la compra de productos cárnicos durante estas fechas. Se abrieron 40 sumarios sanitarios a locales que incumplían las normas mínimas de conservación y manipulación, principalmente relacionadas con temperatura, higiene y fechas de vencimiento.
"El objetivo es proteger la salud de las familias y evitar intoxicaciones en un momento donde el consumo de carne aumenta considerablemente", explicó Soto durante una fiscalización en el sector de calle Puente, en Santiago.
Desde el punto de vista sanitario, la acción fue necesaria y oportuna. Sin embargo, comerciantes afectados denunciaron que muchas fiscalizaciones fueron excesivas o poco coordinadas, generando pérdidas económicas significativas en un periodo clave para sus ingresos.
"Nos sentimos perseguidos y muchas veces las condiciones que nos exigen son difíciles de cumplir sin apoyo ni recursos", afirmó una representante del gremio de carnicerías de la RM.
Por otro lado, consumidores mostraron una mezcla de preocupación y desconfianza. Mientras algunos valoraron el control como una garantía de seguridad alimentaria, otros expresaron inquietud sobre la calidad general de los productos disponibles y la transparencia en el etiquetado.
Este episodio no es aislado. La fiscalización en Fiestas Patrias se ha convertido en una tradición que revela las tensiones estructurales del mercado cárnico chileno: desde la informalidad y la precariedad de algunos vendedores, hasta la desigualdad en el acceso a alimentos seguros.
Analistas señalan que la presión por mantener precios bajos en ferias y carnicerías puede incentivar prácticas riesgosas, mientras que la demanda masiva en fechas festivas expone las debilidades del sistema de control sanitario.
El decomiso de carne en mal estado y los sumarios abiertos son un llamado de atención para todos los actores involucrados. Las autoridades deben fortalecer la fiscalización con un enfoque más colaborativo y educativo, los comerciantes necesitan apoyo para mejorar sus estándares y los consumidores requieren información clara para tomar decisiones informadas.
La salud pública no puede verse comprometida por intereses económicos, pero tampoco puede ignorarse el impacto social y económico de las medidas adoptadas. La verdadera discusión debe centrarse en cómo construir un sistema alimentario más seguro, justo y transparente.
En definitiva, las Fiestas Patrias de 2025 dejaron en evidencia que el desafío va más allá de decomisar carne: es un espejo de las complejidades que enfrenta Chile en la intersección entre regulación, mercado y ciudadanía.