
El domingo 16 de noviembre de 2025, Chile vivió una jornada electoral que, lejos de ofrecer certezas, abrió un escenario de incertidumbre y confrontación profunda. Jeannette Jara, exministra de Trabajo y candidata de Unidad por Chile, y José Antonio Kast, líder conservador y ultraderechista, se impusieron en la primera vuelta presidencial, pasando a la segunda vuelta que se disputará el 14 de diciembre. La noticia, que fue seguida con atención tanto dentro como fuera del país, confirma un país dividido en dos polos políticos que parecen irreconciliables.
Con un 27% y un 23.9% de los votos respectivamente, Jara y Kast superaron a un elenco de ocho candidatos, destacando la tercera fuerza, Franco Parisi, con un 19%. Este resultado no solo evidencia la fragmentación del electorado sino también un desgaste palpable del oficialismo que, a pesar de gobernar desde 2022 con Gabriel Boric, no logró capitalizar plenamente sus reformas sociales y económicas.
Por su parte, Kast, que busca la presidencia por tercera vez, capitalizó la dispersión de la derecha tradicional, aglutinando a su sector tras una campaña basada en la seguridad, el orden y un discurso conservador que incluye la defensa del legado del régimen militar de Pinochet, un punto que sigue generando controversia y rechazo en amplios sectores.
La campaña hacia la segunda vuelta se perfila como un coliseo donde dos visiones de país chocan frontalmente.
“Nuestro país tiene futuro y está en los niños y niñas”, afirmó Jara en su discurso de agradecimiento, enfatizando la defensa de la democracia y las reformas sociales impulsadas durante su gestión, como la reducción de la jornada laboral y la reforma previsional. Sin embargo, su pasado comunista y su cercanía al gobierno Boric la hacen objeto de desconfianza para sectores moderados y conservadores.
En contraste, Kast hizo un llamado a la unidad de la derecha y a superar las divisiones internas, posicionándose como el candidato que promete salir de la “crisis” social y económica que, según su narrativa, afecta al país. “La unidad es fundamental. Hay que poner todo a disposición de una causa, no de un candidato ni un partido. Esta es la causa de Chile”, dijo, en un mensaje que busca ampliar su base más allá de su electorado tradicional.
El 19% obtenido por Franco Parisi, un economista independiente que se ha distanciado tanto de la izquierda como de la derecha, muestra el deseo de muchos chilenos por alternativas pragmáticas alejadas de la guerra cultural. Aunque Parisi no apoyó a ninguno de los finalistas, sus seguidores podrían definir el resultado final, especialmente si optan por no votar o por inclinarse hacia Jara, quien ha intentado recoger parte de su discurso sobre soluciones concretas y críticas a la gestión del gobierno actual.
Mientras tanto, la coalición oficialista y los partidos de izquierda enfrentan una crisis de representación y legitimidad, con resultados que no superaron el 30% en conjunto, lo que obliga a una profunda reflexión sobre su futuro y estrategias.
Los temas que dominaron la campaña –la criminalidad, la migración irregular y la crisis económica– reflejan problemas estructurales que ningún candidato puede ignorar. La violencia creciente, atribuida en parte a organizaciones delictivas transnacionales, y la precariedad económica han calado hondo en el electorado, que exige soluciones urgentes.
Este escenario obliga a ambos candidatos a no solo defender sus ideas, sino a presentar propuestas concretas para enfrentar desafíos que afectan a millones de chilenos y chilenas.
En un gesto que buscó bajar tensiones, el presidente Gabriel Boric felicitó a ambos candidatos y llamó a un debate con altura de miras, subrayando la importancia de la democracia y la construcción de un Chile justo, solidario y seguro. “La patria, la historia y el destino común que somos se forja día a día, en democracia, hoy, mañana y siempre”, dijo desde La Moneda.
Lo que está claro es que Chile enfrenta un momento decisivo. La polarización entre Jara y Kast no solo refleja diferencias ideológicas profundas, sino también un país que busca respuestas a problemas acuciantes desde perspectivas radicalmente opuestas.
El electorado deberá decidir si apuesta por profundizar las reformas sociales y el cambio progresista que representa Jara, o si opta por un giro hacia una derecha conservadora, que promete orden y seguridad pero que también revive heridas históricas.
La influencia de Franco Parisi y la dispersión política obligan además a analizar cómo se configurará el Congreso, que podría ser un actor clave para el próximo gobierno.
En definitiva, estas elecciones son un espejo de las tensiones y esperanzas de Chile, que deberán resolverse con un voto consciente, informado y reflexivo, en un contexto donde la democracia y la convivencia social están en juego.
---
Fuentes consultadas: La Tercera, BioBioChile, BBC News Mundo, Clarín, EFE.
---
Este análisis se ofrece con la distancia necesaria para comprender no solo el resultado inmediato, sino las fuerzas y contradicciones que moldean el presente y el futuro de Chile.