
Un choque de lealtades y estrategias se ha instalado en el corazón de la derecha chilena, donde la candidatura de Evelyn Matthei enfrenta un desafío que trasciende lo electoral y entra en el terreno de la identidad política y la gobernabilidad futura. Desde agosto de 2025, la campaña de Matthei ha sufrido una serie de desmarques de figuras clave del círculo del expresidente Sebastián Piñera, que han optado por apoyar al candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast. Este fenómeno ha tensionado la coalición Chile Vamos y ha puesto en jaque la capacidad de la exalcaldesa para consolidar un equipo técnico sólido y un respaldo político cohesionado.
El 28 de agosto, Evelyn Matthei y Magdalena Piñera organizaron un encuentro con exministros y exsubsecretarios del segundo gobierno de Piñera, en un intento explícito por fidelizar a estas figuras y frenar la migración hacia Kast. Este movimiento no solo buscaba contener la desbandada, sino también reforzar la imagen de Matthei como la heredera legítima del piñerismo, un sector todavía influyente en la opinión pública.
Desde el sector de Matthei y la UDI, la preocupación es palpable. 'El desmarque de Rodrigo Álvarez, exministro y figura de ADN gremialista, es un golpe duro que puede abrir una brecha mayor', reconoce una fuente cercana al comando. A esta inquietud se suman voces que advierten que la estrategia comunicacional de Matthei, que evita comprometerse con un eventual apoyo a Kast en segunda vuelta, podría profundizar la desafección interna.
Por otro lado, el sector republicano, liderado por Kast y su partido, ha capitalizado estos movimientos como una señal de legitimidad y renovación. 'No vamos a andar buscando cuotas políticas, sino a las mejores personas', afirmó Arturo Squella, presidente del Partido Republicano, subrayando un discurso meritocrático que contrasta con la política tradicional.
La fuga de exautoridades no solo afecta a la campaña presidencial, sino que también tiene repercusiones en regiones clave como La Araucanía, donde figuras como Jorge Atton han cambiado su orientación política. Este fenómeno refleja una fragmentación que podría alterar el mapa electoral y la gobernabilidad regional.
En la sociedad civil, la división ha generado debates sobre la identidad y el futuro de la derecha chilena. Sectores más moderados ven con preocupación la radicalización del discurso republicano, mientras que otros sectores valoran la llegada de nuevas voces que desafían el statu quo.
La crisis en la derecha chilena es más que un simple juego de candidaturas: es un choque entre dos visiones sobre cómo debe ser el liderazgo y la gestión política en el país. Mientras Matthei intenta consolidar un espacio que combine experiencia y continuidad, Kast propone una renovación con un discurso más duro y una estrategia que desdibuja los límites tradicionales del bloque.
Esta dinámica ha evidenciado que la fidelidad política es un recurso escaso y que las alianzas se construyen hoy más sobre pragmatismo que sobre lealtad ideológica. La fragmentación y la competencia interna no solo complican la gobernabilidad futura, sino que también plantean preguntas sobre la capacidad de la derecha para articular un proyecto común que responda a los desafíos nacionales.
En definitiva, el escenario político actual invita a observar con atención cómo se resolverá este enfrentamiento que, más allá de los votos, define el rumbo y la identidad de la derecha chilena en los años venideros.