
Un giro inesperado en la política chilena ha comenzado a dibujar un nuevo mapa dentro de la centroderecha. Cuatro exministros y subsecretarios de los gobiernos de Sebastián Piñera han decidido sumarse al comando presidencial de José Antonio Kast, el candidato del Partido Republicano, en un movimiento que agudiza las tensiones internas en Chile Vamos y pone en jaque la unidad del bloque.
Este fenómeno no es menor. Entre las figuras que han dado el salto se encuentran Rodrigo Álvarez, exsubsecretario de Hacienda y exministro, Jorge Atton, exintendente de La Araucanía y exsubsecretario de Telecomunicaciones, Álvaro Cruzat, exsubsecretario de Agricultura, y Ricardo Irarrázabal, exsubsecretario de Medio Ambiente y Energía. Todos ellos, con trayectorias ligadas al exmandatario, han decidido abandonar el respaldo a Evelyn Matthei, la carta oficial de Chile Vamos, para apoyar a Kast.
"Soy piñerista, respecto del Presidente Piñera, no de su familia", señaló Atton al explicar su decisión, agregando que "la mirada de José Antonio puede ser la solución, va en el camino para recuperar lo que hemos perdido".
Este movimiento se produjo luego de semanas de especulaciones y de una creciente inquietud en la coalición oficialista, que ve en estas deserciones una amenaza a su cohesión y a sus posibilidades electorales. La propia Magdalena Piñera, hija del expresidente, convocó a una reunión para intentar contener la fuga de figuras clave.
Desde el comando de Kast, en tanto, celebran la incorporación de estos técnicos y políticos como un fortalecimiento de su programa y una señal de apertura hacia perfiles más independientes y profesionales, alejados del imaginario tradicional del Partido Republicano.
Pero esta reconfiguración no solo es un episodio táctico electoral. Refleja una profunda disonancia política y estratégica dentro de la centroderecha chilena. Mientras Matthei representa una opción más moderada y tradicional, Kast y su equipo apuestan por un discurso más duro en seguridad y orden público, con una visión crítica hacia el legado de Piñera, a pesar de contar con excolaboradores suyos en sus filas.
Ricardo Irarrázabal resumió esta paradoja: "Conozco a José Antonio desde hace tiempo y me genera confianza, especialmente por su clara visión de los problemas reales y lo que significa un Estado al servicio de las personas".
En Chile Vamos, la preocupación es palpable. Diputados y dirigentes reconocen en privado que estas deserciones podrían ser el síntoma de un malestar más profundo entre las bases y los históricos del partido, que no se sienten representados ni por la candidatura de Matthei ni por la estrategia que ha seguido la coalición.
Este fenómeno no es nuevo en la política chilena reciente. En 2021, Sebastián Sichel vivió una situación similar, con varios descuelgues hacia Kast que terminaron por debilitar su campaña. La historia parece repetirse, evidenciando que la centroderecha enfrenta una crisis de identidad y liderazgo que va más allá de las elecciones.
Las consecuencias de esta fractura podrían ser decisivas para el futuro político del país. Un bloque dividido dificulta la construcción de mayorías estables y abre espacio para el avance de otras fuerzas políticas, tanto en la derecha como en el centro y la izquierda.
Finalmente, este episodio confirma que la política chilena está en un momento de redefinición, donde las alianzas tradicionales se resquebrajan y emergen nuevas configuraciones que desafían los viejos esquemas. El desafío para los partidos será gestionar estas tensiones y encontrar caminos que permitan articular visiones diversas sin caer en la fragmentación.
En definitiva, lo que está en juego no es solo una elección presidencial, sino la capacidad de la centroderecha para reinventarse y ofrecer respuestas coherentes a los problemas que enfrenta Chile hoy.
Fuentes consultadas: La Tercera, El Mercurio, declaraciones públicas de los protagonistas.