
El 28 de agosto de 2025, un tiroteo en la escuela católica Anunciación, en Minneapolis, dejó dos niños muertos y 17 personas heridas, en su mayoría menores. Lo que comenzó como una misa matutina se tornó en una tragedia que ha provocado no solo dolor, sino un choque de interpretaciones y debates que siguen abiertos meses después.
El agresor, Robin Westman, de 23 años, irrumpió disparando desde el exterior con múltiples armas, causando caos y muerte en un recinto que debería ser refugio y aprendizaje. La policía descartó antecedentes penales relevantes y confirmó que actuó solo, mientras el FBI lo investiga como un posible crimen de odio y terrorismo interno contra la comunidad católica.
Westman, que había cambiado legalmente su nombre y se identificaba como mujer transgénero, dejó un manifiesto que fue retirado de YouTube, lo que añade capas a la complejidad de su perfil y motivaciones. Las autoridades y figuras públicas han discrepado en cómo referirse a él, revelando tensiones sobre identidad y discurso público.
El alcalde demócrata Jacob Frey rechazó cualquier justificación basada en odio hacia la comunidad transgénero, enfatizando que el foco debe estar en el dolor de las familias y la necesidad de acciones concretas para prevenir futuros ataques. En contraste, la Secretaria de Seguridad Nacional y el director del FBI han insistido en una narrativa que resalta la identidad masculina del agresor, lo que ha generado críticas desde sectores sociales y activistas que ven en ello una forma de estigmatización.
Este choque refleja un país dividido no solo en torno a la violencia armada, sino también en torno a cómo se entienden y representan las identidades y sus conflictos.
Las víctimas, en su mayoría niños de entre 6 y 14 años, y adultos mayores, dejaron heridas físicas y emocionales profundas en Minneapolis. El director del hospital local habló de niños en estado crítico y cirugías complejas, mientras la comunidad lidia con el trauma colectivo.
La escuela Anunciación, con su enfoque en la fe y el compromiso comunitario, se ha visto sacudida en su esencia. Su director pidió pasar de las oraciones a las acciones, un llamado que resuena en un país donde los tiroteos masivos son demasiado comunes.
Este atentado no es un hecho aislado sino un síntoma de problemas estructurales en Estados Unidos: la proliferación de armas, el auge de discursos de odio, y la fragilidad de espacios considerados seguros. La complejidad del atacante, su identidad y motivaciones, desafían las narrativas simplistas y exigen un análisis más profundo.
Como señaló el alcalde Frey, "no se trata solo de pensamientos y oraciones, estos niños estaban literalmente rezando cuando fueron atacados", un llamado a la acción que no puede ser ignorado.
La tragedia en Minneapolis abre una ventana a la reflexión sobre cómo las sociedades enfrentan la violencia, las identidades y el dolor colectivo. La verdad que emerge es dura: la vulnerabilidad de los más inocentes y la necesidad urgente de respuestas que trasciendan la división y el discurso simplista.
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Fuentes: BBC News Mundo, declaraciones oficiales del FBI, autoridades locales de Minneapolis.