
En la arena política chilena, donde la polarización ha marcado el pulso público, la batalla entre Jeanette Jara y José Antonio Kast no se limita a sus propuestas programáticas ni a sus diferencias ideológicas. Más allá de los discursos y promesas, un análisis psicológico profundo de sus perfiles revela cómo podrían gobernar y qué tipo de liderazgo ofrecerán al país.
Desde agosto de 2025, estudios aplicados por expertos en psicología política han desmenuzado entrevistas, discursos y declaraciones públicas de ambos candidatos, evaluando siete rasgos clave para el liderazgo. El resultado es un mapa claro de dos estilos presidenciales que, aunque comparten ciertas características colaborativas, se oponen en la forma de ejercer el poder y tomar decisiones.
Por un lado, José Antonio Kast exhibe un perfil marcado por una alta orientación hacia las personas dentro de su círculo cercano, pero una baja inclinación hacia las tareas administrativas. Su tendencia a centralizar decisiones y mantener el control estricto sobre la información recuerda a figuras como Boris Johnson y Donald Trump, quienes priorizaron la lealtad interna por sobre la eficiencia gubernamental. Kast también muestra una fuerte creencia en su capacidad para controlar los eventos, lo que podría traducirse en iniciativas audaces, pero también en una gestión propensa a tensiones internas y conflictos.
En contraste, Jeanette Jara presenta un estilo más abierto y consultivo. Su alta autoconfianza y complejidad conceptual le permiten construir consensos y delegar responsabilidades, facilitando un gobierno potencialmente más inclusivo. Sin embargo, esta misma autoconfianza podría derivar en una excesiva confianza en sus propios juicios, con el riesgo de aislarse de críticas constructivas.
Desde el espectro político, las miradas se dividen. Sectores de derecha valoran en Kast su capacidad para tomar decisiones firmes y mantener un círculo de confianza cerrado, interpretándolo como necesario para enfrentar desafíos estructurales. Por otro lado, desde la centroizquierda y movimientos sociales, Jara es vista como una líder capaz de tender puentes y buscar acuerdos en un Chile fragmentado.
Regiones del norte y sur del país, con sus particularidades socioeconómicas, observan con atención cómo estos estilos podrían afectar políticas clave como la descentralización y la inclusión de comunidades indígenas. Mientras algunos temen que un liderazgo centralizado profundice las brechas territoriales, otros apuestan a que un gobierno consultivo podría diluir la efectividad en la ejecución.
La psicología política aplicada a estos candidatos no solo aporta claridad sobre quiénes son, sino sobre cómo podrían gobernar y qué riesgos enfrentaría Chile. La polarización, lejos de mitigarse, podría intensificarse si el estilo de Kast se traduce en exclusión o si la autoconfianza de Jara no se modera con mecanismos institucionales robustos.
Este análisis invita a la ciudadanía a mirar más allá de los programas y a considerar el tipo de liderazgo que mejor se adapta a un país en busca de estabilidad y diálogo. La elección presidencial no es solo un voto por políticas, sino por la manera en que se ejercerá el poder y se responderá a las complejidades de Chile.
En definitiva, la tragedia o el éxito de la próxima administración dependerán tanto de las decisiones políticas como del temperamento y estilo psicológico que cada líder despliegue en el escenario nacional.
2025-11-11