
El desafío está lanzado. El 16 de noviembre de 2025, José Antonio Kast confirmó a Martín Arrau como su nuevo jefe de campaña para la segunda vuelta presidencial frente a Jeannette Jara. Este movimiento no solo marca un cambio en la conducción estratégica, sino que también reconfigura el tablero político en un país que observa con atención y cierto desgaste el pulso electoral más polarizado en años.
Martín Arrau, ingeniero civil de 46 años y oriundo de la región de Ñuble, no es un actor cualquiera. Su trayectoria incluye roles como coordinador de asesores en Agricultura durante el primer mandato de Sebastián Piñera, delegado presidencial para Ñuble y constituyente electo en 2021. Su paso por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y posterior migración al Partido Republicano, fundado por Kast, refleja una evolución política que se ha ido radicalizando en sintonía con los tiempos convulsos del país.
"La respuesta está en la situación que atraviesa Chile: la inseguridad, el deterioro institucional y la corrupción", afirmó Arrau en una entrevista en febrero de 2024, anticipando el enfoque que imprimirá a la campaña: un discurso centrado en la seguridad ciudadana y la restauración del orden institucional, temas que resuenan en sectores conservadores pero que también generan alarma en voces progresistas.
Este relevo estratégico ha generado reacciones encontradas. Desde la derecha, figuras como Kast y sus seguidores ven en Arrau un gestor capaz de cohesionar un electorado fragmentado y de articular una narrativa clara y contundente. Desde la izquierda y sectores progresistas, la designación es interpretada como una profundización de la polarización y una amenaza para el diálogo democrático.
“Kast representa una amenaza para la democracia”, ha declarado el diputado socialista Boris Vodanovic, reflejando un rechazo frontal a la campaña que ahora dirige Arrau. En contraste, adherentes del Partido Republicano valoran la experiencia y la disciplina que el ingeniero aporta, especialmente tras la derrota parcial en la primera vuelta.
En el plano regional, el nombramiento de Arrau ha sido recibido con una mezcla de orgullo y escepticismo en Ñuble, donde su gestión como delegado presidencial tuvo luces y sombras. Algunos sectores agrícolas y empresariales destacan su conocimiento técnico y capacidad de gestión, mientras que organizaciones sociales recuerdan críticas por falta de diálogo y autoritarismo.
La campaña que se avecina promete ser un campo de batalla donde se confrontarán no solo propuestas políticas, sino también visiones antagónicas sobre el futuro de Chile. La seguridad, la corrupción y el orden institucional serán los ejes, pero también lo serán los debates sobre inclusión, derechos sociales y democracia participativa.
A 48 horas de su anuncio, la figura de Martín Arrau se ha consolidado como un símbolo de la estrategia republicana para revertir la tendencia electoral. Sin embargo, la pregunta que queda abierta es si este giro táctico logrará movilizar a un electorado cansado y fragmentado, o si, por el contrario, profundizará las divisiones que han marcado la campaña hasta ahora.
En definitiva, la designación de Arrau no solo es un cambio de mando, sino un reflejo de las tensiones y desafíos que enfrenta Chile en esta encrucijada electoral. El duelo entre Kast y Jara se instala como un espejo donde se reflejan las contradicciones y esperanzas de una sociedad que busca respuestas claras pero se debate entre visiones irreconciliables.
Este episodio confirma que la política chilena sigue siendo un terreno de lucha intensa, donde cada movimiento estratégico puede inclinar la balanza y donde los protagonistas asumen riesgos que no solo afectan sus carreras, sino el destino mismo del país.