
Una disputa con ecos de tragedia institucional se ha desplegado en el corazón de la economía estadounidense, y sus reverberaciones alcanzan hoy a Chile y al mundo. Desde agosto pasado, la administración Trump ha intentado socavar la independencia de la Reserva Federal (Fed), removiendo a la gobernadora Lisa Cook bajo acusaciones controvertidas y promoviendo nombramientos alineados con su agenda política. Esta batalla ha sacudido los mercados financieros, generando incertidumbre sobre el rumbo de las tasas de interés y la estabilidad económica global.
En el centro de este duelo, 'Muy pronto tendremos mayoría… Así que eso será genial', afirmó Trump, prometiendo bajar las tasas de interés que, según él, afectan a la población con costos elevados. Pero la Fed, con Cook resistiendo legalmente su despido, y los tribunales aún sin fallar, mantienen una tensa calma en el tablero.
Los bonos del Tesoro a 10 y 30 años experimentaron un salto inicial en sus tasas, alcanzando 4,3% y 4,93% respectivamente, para luego moderarse a 4,26% y 4,90%. Este vaivén refleja la incertidumbre sobre si la Casa Blanca logrará imponer su control o si prevalecerá la autonomía del banco central.
Mientras tanto, los inversionistas globales buscan en otro protagonista una señal clara: Nvidia. Los resultados financieros de la gigante de semiconductores podrían provocar fluctuaciones de hasta un 6% en sus acciones, un termómetro para la confianza en el sector tecnológico y la inversión en inteligencia artificial. La empresa enfrenta además un complejo escenario geopolítico, con la tensión entre Washington y Beijing que limita su acceso al mercado chino, un factor crítico para su crecimiento.
Desde una perspectiva política, el choque entre Trump y la Fed no sólo es una disputa económica, sino un reflejo de la creciente polarización en Estados Unidos. Los sectores conservadores ven en la intervención del Ejecutivo una oportunidad para reorientar la política monetaria hacia un crecimiento más agresivo, mientras que economistas y analistas advierten sobre los riesgos de perder la independencia que ha sostenido la estabilidad financiera durante décadas.
En Chile, este escenario se traduce en volatilidad para los mercados locales, con el dólar repuntando y el cobre fluctuando, mientras las empresas nacionales y extranjeras ajustan sus estrategias en un contexto global incierto. Como señala el análisis de Diario Financiero, 'el presupuesto 2026 se diseñó bajo la sombra de esta incertidumbre, buscando equilibrio entre gasto y control fiscal'.
Además, la reciente imposición de un arancel adicional del 25% a productos indios por parte de Estados Unidos, en represalia por compras de petróleo ruso, ilustra cómo las tensiones comerciales se entrelazan con las políticas monetarias y geopolíticas, afectando cadenas globales y mercados emergentes.
En el plano corporativo, la reestructuración anunciada por Rio Tinto, dividiendo sus operaciones en aluminio y litio, cobre, y mineral de hierro, es otro signo de cómo las grandes empresas buscan adaptarse a un mundo en transformación, marcado por la transición energética y la demanda de minerales estratégicos.
Verdades y consecuencias claras emergen de este escenario: la independencia de la Fed está en riesgo, pero no derrotada; los mercados globales navegan entre la espera y la especulación, con Nvidia como símbolo de un futuro tecnológico incierto; y las políticas proteccionistas y reestructuraciones corporativas reflejan un orden internacional en plena redefinición.
Para Chile, entender estas dinámicas es crucial para anticipar impactos económicos y sociales, desde la inversión hasta el empleo, y para que sus ciudadanos puedan formar opiniones críticas y fundamentadas, más allá del ruido inmediato y fragmentado que suele dominar la agenda informativa.