
La elección presidencial del 16 de noviembre de 2025 dejó un escenario político que, lejos de ser una simple batalla electoral, expone un cambio profundo en el ánimo y las prioridades del electorado chileno. Jeannette Jara, la candidata oficialista y exministra del Trabajo, logró pasar a segunda vuelta con un 26,8% de los votos, apenas superando a José Antonio Kast, el representante de la derecha, quien obtuvo un 23,9%. Ambos se enfrentarán en diciembre en una contienda que ya se perfila como un plebiscito sobre el gobierno de Gabriel Boric y el rumbo del país.
Desde el cierre de las urnas, el triunfo de Kast y el avance de la derecha en el Congreso han marcado un giro político inédito. La derecha alcanzó su mejor resultado histórico en la Cámara de Diputados, con 77 escaños, y el Partido Republicano se consolidó como la bancada más grande con 41 diputados. Este resultado refleja no solo un cambio en la correlación de fuerzas, sino también un desplazamiento del centro hacia posturas más conservadoras, impulsado por la inseguridad, la economía y la inmigración, temas que dominan la agenda ciudadana.
La candidatura de Jara, por su parte, estuvo marcada por la dificultad de desligarse del desgaste del actual gobierno, que acumula un rechazo del 62%. "Uno siempre espera mejores resultados, esa es la realidad, pero eso nos hace plantearnos mayores desafíos", reconoció la exministra al dirigirse a sus seguidores, consciente de la complejidad para conquistar nuevos votantes en un electorado que ya se inclinó hacia la derecha.
En este escenario, el tercer lugar de Franco Parisi y su Partido de la Gente (PDG), con un 19,42% y 13 diputados electos, fue la gran sorpresa. La candidatura de Parisi movilizó a un electorado desencantado y logró instalar propuestas como la devolución del IVA en medicamentos, que Jara prometió revisar para captar parte de ese apoyo.
El giro político se explica en buena medida por el distanciamiento de la ciudadanía respecto al estallido social de 2019, que en su momento contó con un apoyo abrumador pero que hoy enfrenta una amnesia colectiva. El sociólogo Alfredo Joignant señala que "el estallido envejició muy mal, y con un gran cinismo de los propios chilenos". El respaldo a las protestas cayó del 55% al 23% en cinco años, mientras que el rechazo aumentó al 34%.
Este desencanto ha alimentado un viraje hacia la derecha, que logró superar viejos clivajes políticos y atraer a sectores de centro que antes formaban parte de la ex-Concertación. La inseguridad y la crisis económica han sido los motores principales de esta transformación, junto con la percepción negativa del desempeño de las convenciones constitucionales y el gobierno actual.
Las figuras de centro y la izquierda no oficialista, como Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés, tuvieron desempeños marginales, con votaciones que no superaron el 1,5%, evidenciando la concentración del voto en torno a los dos candidatos principales.
Para José Antonio Kast, el resultado no solo confirmó su paso al balotaje sino que también le otorgó un liderazgo claro dentro de la derecha, con el respaldo explícito de Evelyn Matthei y Johannes Kaiser tras la primera vuelta. "La unidad es fundamental para salir de la crisis en seguridad, economía y áreas sociales", afirmó Kast, en un llamado a cohesionar un bloque que hasta hace poco estuvo fracturado.
Las consecuencias de esta elección serán profundas. Se cierra un ciclo político iniciado con el estallido social, marcado por una agenda progresista que ahora enfrenta un rechazo mayoritario. La derecha, con su hegemonía parlamentaria y su candidatura presidencial consolidada, tendrá una oportunidad histórica para influir en el rumbo del país.
Sin embargo, la contienda de diciembre promete ser intensa y polarizada, con un electorado dividido entre la continuidad de un gobierno desgastado y la promesa de un cambio conservador que, a su vez, enfrenta críticas por su agenda y estilo. El desafío para ambos candidatos será no solo conquistar votos, sino también ofrecer respuestas creíbles a las demandas sociales y económicas que motivaron la crisis política de los últimos años.
En definitiva, esta elección es mucho más que un proceso electoral: es la expresión de una sociedad que busca redefinir su proyecto común, mientras lidia con las heridas abiertas del pasado reciente y las incertidumbres del futuro.