
Un llamado a la sensatez en la tormenta caribeña
El 26 de agosto de 2025, el gobierno venezolano solicitó formalmente al secretario general de la ONU, António Guterres, apoyo para "restablecer la sensatez" ante las crecientes tensiones con Estados Unidos. Esta petición se produjo luego de que Washington anunciara una recompensa de 50 millones de dólares por el presidente Nicolás Maduro y desplegara buques militares en las costas venezolanas, una acción que Caracas calificó como una amenaza directa a la paz regional.
El ministro de Relaciones Exteriores venezolano, Yván Gil, expresó a través de su canal de Telegram que estas medidas, incluyendo la presencia de armas nucleares estadounidenses en el Caribe, representan un atentado contra la estabilidad y soberanía del país. La reunión entre Gil y el coordinador residente de la ONU en Venezuela, Gianluca Rampolla, buscó fortalecer la cooperación en un marco de respeto mutuo, enfatizando la preocupación por las políticas estadounidenses.
Desde la óptica del gobierno venezolano y sus aliados regionales, la acción de EE.UU. se interpreta como una escalada agresiva, parte de una estrategia de presión y desestabilización que viola principios internacionales y amenaza la paz.
"Solicitamos el apoyo al secretario general de la ONU para restablecer la sensatez", afirmó Gil, subrayando la necesidad de un contrapeso diplomático ante lo que consideran una amenaza militar y política.
Por otro lado, sectores opositores dentro de Venezuela y varios países occidentales defienden la postura estadounidense, argumentando que estas medidas buscan enfrentar un régimen que, según ellos, ha erosionado la democracia y los derechos humanos en el país.
La tensión no es solo bilateral sino que repercute en toda América Latina. Países vecinos observan con preocupación el riesgo de un conflicto abierto o una mayor militarización del Caribe, que podría desestabilizar aún más una región marcada por desigualdades y desafíos políticos.
Socialmente, la población venezolana vive la tragedia de esta confrontación con resignación y temor. La escalada afecta la ya frágil economía y la vida cotidiana, mientras voces ciudadanas claman por soluciones que prioricen la paz y el bienestar.
Informes de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC) ratificaron a Venezuela como territorio libre de cultivos ilícitos, desmintiendo una narrativa que a menudo ha sido utilizada para justificar intervenciones externas.
Históricamente, la relación entre Venezuela y EE.UU. ha estado marcada por altibajos, con episodios de confrontación y diálogo. Esta última crisis refleja la complejidad de intereses geopolíticos, económicos y sociales que convergen en la región.
La solicitud venezolana a la ONU evidencia un punto crítico en la disputa con Estados Unidos, donde la diplomacia se enfrenta a la presión militar y política. La polarización de posturas dificulta un camino claro hacia la resolución, mientras que la comunidad internacional se encuentra dividida entre apoyo y rechazo a las acciones de ambos actores.
Este episodio subraya la necesidad de un diálogo multilateral que reconozca las preocupaciones legítimas de soberanía y seguridad, sin ignorar las demandas de derechos y democracia.
En definitiva, la crisis venezolana en el escenario internacional no solo pone a prueba la capacidad de la ONU como mediadora, sino que también desafía a América Latina a encontrar un equilibrio entre la estabilidad regional y las aspiraciones democráticas, en un contexto donde las amenazas y los intereses se entrelazan con la vida de millones.
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Fuentes: La Tercera (26-08-2025), ONU, declaraciones oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela.