La batalla financiera entre BBVA y Banco Sabadell ha trascendido el simple intercambio de acciones para convertirse en un verdadero duelo de estrategias y dividendos. El 29 de agosto de 2025, Sabadell repartió un dividendo ordinario de 0,07 euros por acción, equivalente a 370 millones de euros, justo en la recta final de la opa lanzada por BBVA. Este pago, que representa un 37% de los beneficios del primer semestre de Sabadell, ha obligado al banco vasco a ajustar la ecuación de canje, un movimiento que ha generado un choque de intereses y diversas interpretaciones en el mercado.
BBVA anunció el 29 de septiembre un dividendo histórico de 32 céntimos por acción, el mayor a cuenta de su historia, a entregarse tras la finalización de la opa. Esta jugada no solo busca atraer a los accionistas del Sabadell, sino también compensar la dilución que implica la compra. Sin embargo, el ajuste en el canje —ahora una acción de BBVA más 0,70 euros por 5,5483 acciones de Sabadell— refleja la tensión entre ambas entidades. Para el mercado, esta nueva fórmula implica una prima negativa, con la oferta del BBVA un 8,49% por debajo del precio de mercado del Sabadell, ampliándose a más del 11% tras el ajuste.
Desde la óptica de BBVA, la estrategia es clara: maximizar el valor para sus accionistas y consolidar su posición en el sector bancario español mediante una compra que, aunque compleja, promete sinergias y expansión. Carlos Torres, presidente del BBVA, ha defendido que el dividendo récord y el ajuste en la oferta son medidas necesarias para cerrar la operación con éxito y ofrecer valor a los inversores.
En cambio, Sabadell ha optado por una hoja de ruta independiente y desafiante. Su plan estratégico contempla repartir 6.300 millones de euros a sus accionistas hasta 2027, incluyendo un dividendo extraordinario de 2.500 millones por la venta de su filial británica TSB. Desde Sabadell se argumenta que mantener esta política de remuneración es un mensaje de fortaleza y autonomía frente a la opa, buscando preservar la confianza de sus accionistas y evitar una absorción a precio de saldo.
Los analistas destacan que esta pugna ha generado una disonancia cognitiva importante en el mercado. Por un lado, la prima negativa y el ajuste en la oferta pueden interpretarse como una oportunidad para los accionistas de Sabadell; por otro, la incertidumbre sobre la culminación de la opa y el impacto de los dividendos podrían desalentar a algunos inversores.
Desde el punto de vista regional, la operación tiene implicancias para Cataluña, donde Sabadell es una entidad emblemática. Algunos sectores ven la opa como una pérdida de identidad financiera regional, mientras otros la perciben como una integración necesaria en un mercado cada vez más globalizado.
La operación entre BBVA y Sabadell evidencia que las fusiones y adquisiciones bancarias no solo se juegan en las cifras, sino en estrategias de comunicación, dividendos y percepción del mercado. La maniobra del dividendo récord del BBVA y el ajuste en la oferta han puesto en escena un juego de poder donde cada movimiento busca inclinar la balanza a favor.
Para los accionistas, la decisión de aceptar o rechazar la opa implica evaluar no solo el valor inmediato, sino las perspectivas de cada banco en un contexto económico que exige eficiencia, innovación y solidez financiera.
Finalmente, esta historia no concluye con la liquidación de la opa. Más bien, abre un capítulo sobre la consolidación bancaria en España, las tensiones entre identidad regional y globalización financiera, y la complejidad de equilibrar intereses corporativos y de pequeños inversionistas en un escenario de alta competencia.
Fuentes: El País, Cinco Días, análisis de mercado y declaraciones oficiales de BBVA y Banco Sabadell.