
Johannes Kaiser, el rostro emergente del Partido Nacional Libertario (PNL), ha protagonizado una de las irrupciones más disruptivas en la política chilena de los últimos años. Con un 13,9% de la votación en la primera vuelta presidencial de 2025, logró superar a figuras tradicionales como Evelyn Matthei y consolidar un espacio propio dentro del espectro de derecha. Sin embargo, su ascenso no ha estado exento de tensiones y contradicciones que revelan un escenario político en plena recomposición.
Desde el inicio de la campaña, Kaiser fue enfático en que, aunque no llegara a la segunda vuelta, su respaldo iría al candidato de derecha que compitiera contra la opción oficialista, en este caso José Antonio Kast. 'Si no salgo electo, toda candidatura que no sea la de Jeannette Jara tendrá nuestro apoyo al 100%', afirmó antes de las elecciones. No obstante, dejó claro que su apoyo no implicaría integración ni subordinación: 'No voy a subir al escenario, porque no es un triunfo de mi equipo'. Esta postura ha sido interpretada como un gesto de independencia y un aviso de que el PNL mantendrá una postura crítica incluso dentro del bloque de derecha.
La alianza entre Kaiser y Kast no ha sido un romance político, sino más bien un matrimonio de conveniencia con múltiples fricciones. Desde el distanciamiento público tras sanciones internas en el partido republicano, hasta la falta de diálogo por más de un año, ambos líderes evidencian una relación tensa y pragmática. 'Nunca han sido amigos, ni comparten círculos ni grupos de WhatsApp', señala una fuente cercana a Chile Vamos. La reciente reunión en Valdivia para acordar una campaña de "guante blanco" fue más un acto protocolar que un signo de confianza plena.
La irrupción del Partido Nacional Libertario ha generado inquietud en la derecha tradicional. Mientras algunos lo ven como un contrapeso que puede ayudar a estabilizar el bloque al diversificar liderazgos, otros advierten que su discurso radical y su negativa a transar principios podrían complicar la gobernabilidad. Kaiser ha planteado reformas que van desde la eliminación total del pago de contribuciones hasta la reinstalación de la pena de muerte para ciertos delitos, posiciones que no encuentran consenso ni siquiera en su propio sector.
Además, su postura sobre temas sensibles como el indulto a presos de Punta Peuco y críticas al Servicio Médico Legal han generado rechazo incluso en aliados cercanos. 'Vamos a velar porque esos principios que otros partidos han adoptado se cumplan, sin favores ni concesiones', ha declarado, anticipando un rol de oposición productiva o colaboración crítica.
En el bloque republicano y Chile Vamos, la evaluación sobre Kaiser es ambivalente. Algunos valoran su capacidad para atraer votos que estaban dispersos, mientras que otros temen que su radicalismo pueda fracturar la unidad necesaria para gobernar. Desde la ciudadanía, la recepción ha sido igualmente heterogénea: sectores conservadores lo aplauden por su defensa de la libertad y valores tradicionales, mientras que otros lo consideran una amenaza a la moderación política y al diálogo.
El 2025 marca la consolidación del Partido Nacional Libertario como actor político relevante, con un senador y siete diputados electos, una hazaña para una formación que apenas seis meses antes había logrado constituirse legalmente. Sin embargo, su influencia futura dependerá de su capacidad para negociar y coexistir con las fuerzas tradicionales de derecha, sin perder su identidad disruptiva.
El desafío para Kaiser y su partido es doble: mantener la fidelidad a sus principios sin aislarse políticamente, y demostrar que su discurso puede traducirse en propuestas viables para un país que busca estabilidad tras años de polarización. Por ahora, la escena política chilena observa expectante cómo este nuevo actor se posiciona, con la certeza de que la derecha ya no es un bloque monolítico y que la competencia interna será intensa y decisiva para el rumbo del país.
Fuentes: La Tercera, BioBioChile, Cambio21, análisis internos de Chile Vamos.
2025-11-17