Ciudad de México inaugura "paraísos" para fumar marihuana: entre la regulación y la criminalización persistente

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Conflictos sociales
2025-11-18
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- Espacios públicos para consumo tolerado de cannabis inaugurados oficialmente.

- Tensiones legales y policiales que mantienen la criminalización latente.

- Debate social entre activistas, vecinos y autoridades sobre integración y derechos.

Ciudad de México decidió dar un paso inédito al crear espacios públicos donde el consumo de marihuana es tolerado, bautizados como "paraísos 4:20". El 6 de agosto de 2025 se inauguró uno de estos espacios en la Plaza de la Concepción, en el centro de la capital. Estos sitios cuentan con información para un consumo responsable y con apoyo institucional para tramitar amparos legales para autocultivo y autoconsumo.

Sin embargo, la celebración inicial se vio empañada por episodios de violencia policial. A solo dos días de la apertura, un consumidor fue abordado violentamente por policías al terminar el horario permitido (8:00 a 20:00 horas), lo que derivó en una inspección corporal y amenazas de detención. La activista Norma, de la colectiva Hijas de la Cannabis, denunció que pese a la protección oficial, la criminalización y el hostigamiento persisten, generando un clima de inseguridad en estos espacios.

Este choque refleja una tensión profunda entre la regulación incipiente y las prácticas policiales heredadas. La Ley General de Salud aún considera la marihuana prohibida salvo para usos médicos y científicos, y no existe una legislación específica que autorice su uso recreativo. Por ello, los "paraísos" funcionan en una suerte de zona gris legal que genera incertidumbre incluso entre los propios colectivos cannábicos.

Desde la perspectiva de los activistas, como Popeye de Comuna 4:20, la creación de estos espacios es un avance que permite desestigmatizar el consumo y promover derechos humanos para los usuarios. No obstante, exigen una legislación clara y enfocada en garantías y no en la criminalización.

En el plano social, la llegada de estos espacios provocó protestas vecinales en los primeros días, motivadas por temores a la inseguridad. Sin embargo, voces como la de Moisés San Juan, vecino de 75 años, muestran una visión más conciliadora: 'Es lo mejor, porque está la autoridad de por medio, y eso hace muy bien, tanto para la sociedad como para ellos también, que sean aceptados poco a poco, que no estén escondidos.'

Estos episodios evidencian el desafío de integrar el consumo de cannabis en el espacio público sin caer en la estigmatización ni la represión. Los "paraísos 4:20" buscan funcionar como puntos seguros, regulados y de encuentro comunitario, pero la realidad muestra que la transición hacia una política pública efectiva y respetuosa está lejos de completarse.

En suma, la experiencia de Ciudad de México es un laboratorio social que expone las contradicciones entre avances normativos, prácticas policiales y percepciones ciudadanas. La criminalización no desaparece con decretos ni espacios delimitados; requiere una transformación profunda en el marco legal, cultural y policial. Mientras tanto, los usuarios y colectivos quedan a merced de una ambigüedad que reproduce exclusión y violencia.

Este caso invita a reflexionar sobre cómo las políticas públicas sobre drogas deben equilibrar regulación, derechos humanos y convivencia social, sin dejar de lado las complejidades históricas y sociales que atraviesan estas discusiones en América Latina y el mundo.

Fuentes: Cooperativa.cl, testimonios de colectivos cannábicos y vecinos de Ciudad de México, análisis legal y social.