
Un fenómeno inesperado ha sacudido el escenario político chileno tras las elecciones de noviembre de 2025. Franco Parisi, líder del Partido de la Gente (PDG), logró posicionarse en tercer lugar en la presidencial con un 19,7% de los votos y, más relevante aún, su partido obtuvo 14 diputados en el Congreso. Esta fuerza emergente no solo ha capturado un electorado tradicionalmente ausente, sino que ha desafiado la hegemonía de las coaliciones clásicas y ha instalado una bisagra decisiva para la gobernabilidad futura.
Desde el análisis de Unholster, Antonio Díaz Araujo destacó que Parisi "se adueñó absolutamente del centro" y que su presencia afectó a todos los bloques tradicionales. Su éxito se explica, en buena medida, por la capacidad de movilizar a jóvenes y votantes que antes no participaban, valiéndose de campañas digitales que conectaron directamente con las audiencias, especialmente a través de plataformas como TikTok. Esta estrategia, similar a la de otros candidatos disruptivos como Johannes Kaiser y José Antonio Kast, ha cambiado las reglas del juego electoral.
La nueva configuración no está exenta de conflictos. Johannes Kaiser, fundador del Partido Nacional Libertario (PNL), criticó duramente a Parisi por "poner en venta su respaldo político en menos de cinco minutos", una acusación que refleja las tensiones internas y la desconfianza entre las figuras que comparten parte del electorado digital.
Por su parte, Parisi se ha mostrado cauteloso respecto a posibles apoyos en la segunda vuelta presidencial, dejando claro que su fuerza no entregará "cheques en blanco" y que exige gestos concretos de los candidatos que sigan en carrera. Esta postura ha generado un escenario de incertidumbre para las coaliciones que buscan asegurar mayorías en el Congreso.
El impacto legislativo es tangible: los 14 diputados del PDG se convierten en un bloque bisagra que puede inclinar la balanza en votaciones clave. Esto limita la capacidad de Chile Vamos y la derecha para controlar la Cámara de Diputados y obliga a buscar acuerdos con esta nueva fuerza. La gobernabilidad, por tanto, dependerá de la habilidad para negociar con un actor que no responde a los esquemas tradicionales.
Este episodio confirma que Chile atraviesa una transición política profunda, donde el voto obligatorio y la inscripción automática han modificado el perfil del electorado. La emergencia de candidaturas digitales y la irrupción de fuerzas como el PDG evidencian un desencanto con las estructuras clásicas y una demanda por nuevas formas de representación.
Sin embargo, este cambio también trae consigo desafíos: la fragmentación y la volatilidad pueden dificultar la formación de mayorías estables, mientras que las críticas cruzadas entre actores emergentes y tradicionales reflejan una fractura aún no resuelta.
Lo cierto es que la política chilena ha entrado en una nueva era, donde entender y adaptarse al electorado digital y heterogéneo será clave para la supervivencia y eficacia de los partidos. La bisagra Parisi no solo redefine el centro político, sino que obliga a repensar el equilibrio de poder en el Congreso y el futuro de la gobernabilidad.
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Fuentes consultadas incluyen análisis de Unholster y declaraciones públicas de Antonio Díaz Araujo (gerente general de DecideChile), entrevistas y reportajes de Cooperativa.cl y La Tercera, así como comunicaciones directas de los protagonistas políticos involucrados.