
En agosto de 2025, la campaña presidencial chilena se vio sacudida por un cruce público entre dos candidaturas que representan polos opuestos del espectro político: José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, y Jeannette Jara, abanderada de la centroizquierda. El desencuentro se intensificó tras la presentación del programa de gobierno de Kast, que Jara calificó como un conjunto de propuestas "para la galería" y perjudiciales para los adultos mayores.
Kast respondió defendiendo la flexibilidad de su plan, que "se va a ir desarrollando con el tiempo" y que busca recoger aportes de diversas organizaciones. En medio de esta polémica, Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, irrumpió para criticar los "dimes y diretes" y reclamar por un debate más centrado en soluciones concretas y serias para los problemas del país.
Este episodio no solo exhibió las tensiones entre candidaturas, sino que también puso en evidencia una ciudadanía fatigada por la polarización discursiva y la falta de propuestas tangibles. "La gente está cansada de dimes y diretes. Quieren que les soluciones sus problemas. No quieren extremos, ni uno ni otro, sino que quieren seguridad, pega", afirmó Matthei.
Desde una mirada política, el choque refleja la dificultad de construir consensos en un Chile fragmentado. Kast representa un discurso conservador y de derecha dura, que apela a la seguridad y el orden, mientras que Jara encarna una visión progresista, centrada en la justicia social y la protección de grupos vulnerables. Matthei, en tanto, intenta posicionarse como una alternativa moderada, crítica tanto del discurso de Kast como de Jara.
En el plano social, la ciudadanía muestra signos claros de desgaste. Encuestas posteriores al episodio revelaron que mientras Kast lideraba con un 28% de las preferencias, Jara mantenía un 25%, y Matthei un 14%, reflejando un electorado dividido y con baja adhesión a proyectos políticos que no logran conectar con las demandas reales de la población.
Regionalmente, el debate tuvo particular resonancia en el Biobío, donde Kast lanzó su programa regional y reforzó su alianza con el Partido Social Cristiano, buscando ampliar su base electoral en zonas tradicionalmente menos receptivas a discursos progresistas.
La disputa también puso en evidencia tensiones internas en partidos emergentes, como el Partido Nacional Libertario, donde controversias sobre candidaturas y apoyos ideológicos evidenciaron la fragilidad de nuevas fuerzas políticas en el escenario nacional.
En definitiva, este episodio es un microcosmos de la crisis política chilena actual: un país que busca definirse entre extremos, pero que a la vez clama por propuestas concretas y viables que respondan a sus necesidades.
La verdad que emerge es que la polarización, lejos de clarificar el debate, ha profundizado la fragmentación y el desencanto. La consecuencia visible es un electorado que se siente atrapado en un ciclo de acusaciones y contrapropuestas sin un horizonte claro de solución.
Para avanzar, será necesario que las candidaturas reconozcan la demanda ciudadana de diálogo sincero y propuestas con sustancia, dejando atrás los ataques personales y las generalizaciones. Solo así se podrá construir un espacio político capaz de enfrentar los desafíos estructurales de Chile con mayor cohesión y efectividad.
2025-11-11